sábado, 16 de enero de 2010

Bloom Por Elizabeth Scott Capitulo 3

Bloom

Por Elizabeth Scott

Capitulo 3


Estoy tan aliviado cuando la clase se termina que puedo prácticamente correr fuera del salón y por el pasillo hacia la práctica de la banda de jazz, agradecida por ser distraída del shock de ver a Evan nuevamente y de cómo me sentí cuando lo miraba. En mi mente él siempre se vio de la forma en que lo hacía cuando tenía ocho, cabello totalmente oscuro y brillante y con rápidas sonrisas para Mary, para mí, y a veces incluso para mi papá. Pero ahora-pienso en sus manos de nuevo, sus uñas mordidas tan adentro que debe doler, y la forma en que se veía como si no supiera lo que era una sonrisa.

Tocamos todas las canciones que el Sr. Herrity ha seleccionado para el período de primavera, y hacia el final él agrega la que tocamos en clase hoy, diciendo, “Lauren, ¿has el solo por favor?” Lo hago, pero mis manos son torpes, mi mente aun distraída, y él sólo asiente hacia mi cuando finalizo y nos pone a todos a repasar la primera canción nuevamente.

Nos deja ir quince minutos antes, probablemente para aliviar el golpe de hacernos venir para una práctica extra mañana, y tomo mi tiempo en recoger mi clarinete, hisopándolo cuidadosamente y chequeando mis lengüetas, asegurándome que tengo extras y que la que estoy utilizando ahora está cómodamente cerrada en su estuche. Kate no estará afuera todavía, así que no hay necesidad de apurarme cuando sólo voy a terminar sentándome por ahí, a esperar.

Cuando terminé, como unas mentas y voy al cuarto de baño. Lavo mis manos y me quedo de pie, mirando, como corre el agua por ellas. Las manos de Evan eran rojas, sus nudillos en carne viva, como si hubiera estado en una pelea. Cierro el agua y seco mis manos con cuidado.

“¿Lauren?”

Me doy cuenta que alguien está diciendo mi nombre y me vuelvo para ver a Gail mirándome con curiosidad.

“¿Estás bien?”

Asiento.

“¿Estás segura? Luces…no lo sé. Un poco perdida ó algo.”

“Estoy bien,” digo con dureza, más duro de lo que quiero, y Gail dice, “Okay,” con su cara ruborizándose.

“Lamento--,” digo, pero es demasiado tarde y ella ya salió por la puerta. Suspiro y me dirijo fuera.

Ninguna Katie. Chequeo mi reloj: 5:02. Mirando los alrededores del estacionamiento, no veo su auto en ningún lado. Diablos. Ella no se ha olvidado de mí—Katie es realmente buena para cosas como ésas-pero ella probablemente fue a recoger a sus hermanos y tuvo que hablar de algo con el director de sus programas extra-curriculares. Ella tiene que hacer un montón de tareas como esa.

Me siento a esperarla. Desearía tener un auto, pero papá no me dejará usar el suyo ó el otro nuestro. Él dice que es porque no confía en los otros conductores, pero sé que lo que quiere decir es que no confía en mí. En el fondo pienso que le preocupa que si tengo un auto pueda hacer lo que hizo mamá, que él podría regresar un día a casa y encontrar que me he ido. No es que vaya a admitirlo alguna vez, aun si lo empujo. Pero creo que eso es parte de ello.

La otra parte podría ser que antes que me cancelara el permiso de manejar, obtuve tres infracciones por exceso de velocidad.

A las 5:10 miro los alrededores del estacionamiento de nuevo. Todavía no hay señales de Katie. Ella probablemente llevó a Marcus con ella, y él nunca cierra su auto así que puedo ir a sentarme dentro y esperar.

Salvo que el auto de Marcus tampoco está en el estacionamiento. Mierda. Eso significa que sus hermanos volvieron a su casa en autobús, y Marcus y Katie están en la casa de él. Ahora tendré que esperar aquí hasta las 6.30, cuando la mamá de Marcus llega a la casa y Katie tiene que escaparse por la ventana porque la mamá de Marcus piensa que ellos ya pasan demasiado tiempo juntos. Pienso en llamar a papá, pero él estará en una reunión ó en un lugar de trabajo y tendré que dejar un mensaje, y para el momento en que lo reciba serán después de las 8.00. Además ni siquiera estoy segura que él sepa dónde está la escuela.

Pienso acerca de hacer la tarea, pero decido lo contrario. Es lo suficientemente malo tener que sentarme a esperar a Katie, quien sin duda me conducirá a mi casa con una enorme sonrisa en su cara y me contará todo acerca del grandioso sexo que ella y Marcus acaban de tener.

Tendré que asentir y actuar como si fuera igual para mi porque la única vez que Katie me preguntó acerca de mi y Dave, no tuve la fuerza para decir que no estábamos haciendo lo que todo el mundo asumía que hacíamos. Para ser honesta, ni siquiera puedo imaginar a Dave y yo teniendo sexo. Aunque…cierro mis ojos, pienso en las manos de Dave sobre mi cuerpo, agarrando mis tobillos, deslizándose hacia arriba por mis piernas, haciendo círculos en mis rodillas. Pienso acerca de cómo bajaría la mirada y vería sus manos, sentiría la aspereza de sus nudillos partidos cuando gire sus dedos para trazar—espera. Dave no tiene nudillos partidos. Maldita sea. Siento mi rostro arder en rojo brillante y, menuda suerte, justo en el momento en que sale el Sr. Herrity y dice, “Lauren, ¿te estás sintiendo bien?”

“Bien,” digo entre dientes, y no me permito presionar una mano en mi estómago, el cual está hecho un nudo y saltando.

“¿Alguien está viniendo a recogerte?”

Siento.

“Bien,” dice él, y agrega, “Asegúrate de practicar esa pieza que tocamos hoy en clase,” antes de entrar a zancadas al estacionamiento.

¿Qué significa eso? ¿Qué piensa que apesto? Pero si él pensaba eso, ¿por qué estaríamos tocando esa pieza nuevamente? Me lo pregunto por unos minutos y después miro mi reloj de nuevo: 5:18.

Suspiro y abro mi mochila. Ya tengo un grupo de tareas. Durante el período de otoño, los maestros por lo general facilitan la tarea durante los primeros días. Pero en primavera, olvídalo. Incluso tengo tareas en la clase de Axel. Tú pensarías que su clase interminable hubiera sido suficiente, pero oh no, tenemos lecturas para hacer, y probablemente hablarlas mañana y estaré atascada sentada allí con Evan Kirkland al otro lado de mí.

¿Evan de nuevo? ¿Qué está mal conmigo? Busco en mi bolso hasta que encuentro el libro que estoy leyendo y lo saco. Nadie está en los alrededores, así que no tengo que preocuparme que nadie me vea. No puedo esperar hasta la universidad, honestamente. Todavía no se donde voy a ir- mi único criterio es que será algún lugar lejos- pero cuando llegue allí mi asignatura principal será inglés y pasar cuatro (bien, conociéndome, serán probablemente más como cinco ó seis) años leyendo libros.

Leo hasta que escucho a un grupo de personas salir, voces altas riendo y diciendo cosas realmente morbosas acerca de Clara Wright. Meto mi libro nuevamente en el bolso y escucho. Después de una historia particularmente detallada que termina con Clara gritando. “¡Jack Harris es un dios!” Me doy cuenta que estoy escuchando a los chicos castigados, a quienes Clara ni siquiera mira, mucho menos tiene sexo con ellos. Los observo dirigirse dentro del estacionamiento y dispersarse hacia sus coches. Surgen algunas personas más, y noto un par de ellas mirando en mi dirección. Me preparo para una conversación que consistirá en sus especulaciones acerca de lo que mantiene a Dave interesado (si sólo supieran que es mi habilidad para asistir a la iglesia los domingos y mantener mi ropa puesta), pero ellos simplemente salen y se dirigen dentro del estacionamiento.

Miro mi reloj nuevamente: 5:23. Suspiro. Estoy hambrienta, cansada, y quiero ir a casa. Puedo sacar mi libro de nuevo ó, aun mejor, llamar a Katie y averiguar dónde diablos está.

Mientras que estoy revolviendo mi bolso por mi teléfono y esperando haber recordado en realidad cargarlo, me doy cuenta que un auto está detenido al final de la vereda y la persona dentro me está mirando. Escucho el ronroneo de la ventana del acompañante bajando. Evan.

Su cabello luce muy oscuro en atenuada luz, y sus ojos, observándome, parecen sr aún más oscuros. No está sonriendo.

“¿Quieres un aventón?” dice. Su voz es muy tranquila. No suena para nada como lo recuerdo. Mary lo llamaba a veces “charlatán” porque ella decía que él hablaba tanto.

“Yo--” digo, y miro alrededor, insegura. Si hay un modo de manejar el mirar a una persona que te hace sentir medio como mareada y extraña cuando la ves, de seguro yo no lo conocía.

“No importa”, dice, con la voz mordaz y desalentada al mismo tiempo, y la ventana del acompañante empieza a subir nuevamente, su cara desapareciendo.

“espera,” digo, y me pongo de pie. Camino por la vereda. Cuando llego por fin a su auto, no se que hacer con mi bolso ó la caja de mi clarinete, y termino en cierto modo tropezando/cayendo en el asiento. Siento mi cara en llamas rojas cuando mi cabeza golpea contra el hombro de Evan.

“Perdón,” susurro, y me arreglo lo mejor que puedo, el estuche del clarinete junto a mis pies y el bolso en mi regazo, como si fuera alguna clase de cubierta. Él enciende el auto y yo estoy muy contenta, temerosa que el rápido sonido sordo de mi corazón fuera audible antes.

Él no dice nada. Ni mientras dejamos la escuela, ni cuando estamos entrando en la calle principal. Le echo un vistazo cuando estamos detenidos en la luz de tráfico que alimenta sobre el camino casi todas las subdivisiones, y él me está mirando. Nuestros ojos se encuentran por un segundo, y él aparta la mirada rápidamente. Me siento extraña, completamente incapaz de enfocarme en nada salvo el hecho de que estamos sentados muy cerca.

“Um, vivo--” digo, con mi voz saliendo temblorosa, con duda.

“En el mismo lugar que…¿que antes?” dice.

Todo lo que puedo controlar es un asentimiento. Me siento como lo hice la única vez que casi me desmayé. Hubo un momento, justo antes de que mi visión se estrechara y me dijeran que me sentara, cuando todo parecía estar demasiado iluminado y brillante, como si estuviera viendo algo escondido de la forma en que había sido siempre, como si lo que conocía como real fuera simplemente una sombra de lo que era en realidad.

No recuerdo el resto del viaje, no en realidad. Recuerdo pensar que debía decir algo, pero en lugar de eso vi sus manos en el volante y me quedé mirándolas fijamente, mirando fijamente sus nudillos. Recuerdo sentirme recuperar el aliento cuando pensé en el sueño despierto que había tenido acerca de Dave y cómo no era acerca de Dave en absoluto.

Recuerdo que cuando me vio mirando, dobló sus dedos, escondiendo sus uñas de mi vista. Recuerdo que su pierna izquierda golpeteaba cuando estábamos detenidos en una parada de cuatro vías, temblando con un ritmo inquieto. Recuerdo que cuando entramos en mi calle él dejo escapar un jadeo, como si alguien lo hubiera golpeado, y dijo, en voz tan baja que no creo que se suponía que yo lo escuchara, “Se ve igual.”

Recuerdo que se detuvo en el final de mi camino de entrada, y me quedé sentada allí por un segundo antes de darme cuenta que no iba a ir más lejos, que no iba a conducir hasta la casa. Recuerdo que me volví una vez que estuve fuera del coche, tocando torpemente mi bolso y el estuche de mi clarinete. Él me estaba observando nuevamente, y esta vez cuando nuestros ojos se encontraron, no apartó la vista.

Quise decir, “Gracias”, cortésmente, tal vez hasta suntuosamente, como si todo el asunto no fuera gran cosa, pero lo que me salió fue su nombre.

“Evan”, dije, y ambos nos movimos nerviosamente con eso, como si hubiera una corriente viva corriendo entre nosotros.

“Me tengo que ir,” dijo, y se inclinó hacia delante y cerró la puerta. No miré hacia atrás para verlo partir, pero lo escuché, el rugido de su coche desvaneciéndose mientras desaparecía por el camino.


FIN DEL CAPITULO

Traducido por Clo

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