viernes, 24 de septiembre de 2010

ICE CAPITULO 11


Capitulo 11

Latitud 70 ° 49 '23 "N
Longitud 152 ° 29 '25 "W
Altitud 10 pies.

Cassie se lanzó al procesamiento de datos. Durante cinco días, trasladó varios miles de mediciones de latitudes y longitudes a triángulos minúsculos en un mapa topográfico, un triángulo por guarida. La noche del quinto día terminó tarde, y luego retrocedió un paso para examinar su trabajo.

Arrugó la nariz. Cualquiera podría haber hecho esto—un niño, un mono, Jeremy.

“Bien,” dijo papá detrás de ella. "¿Cuántos tenemos?"

Cassie contó. "Cuarenta y uno en el este de Ellesmere, la distancia máxima es de doce millas y media desde la costa, veintiocho dentro de las cinco millas."

Oso podría estar allí ahora, distribuyendo las almas. "En la Isla de Baffin, veintitrés cerca del Cabo de Adair."

Su padre tomó notas. "¿Cuenca Foxe?"

"Oso debe haber visitado varios de esos para este momento,” dijo.

Era el apogeo de la temporada de nacimientos. ¿Habían nacido muerto alguno de los ositos? Algunos deben haberlo hecho.

Si estaba en Karaskoye More, y sintió una llamada de Chukchi Sea, no podría haberlo logrado incluso con súper velocidad. Pensó en Oso, solo en su castillo, lamentando los ositos que había fallado en salvar.

El lápiz de papá se detuvo. “Cassie, no es necesario que pienses nunca más en él. Estás a salvo aquí.”

No de nuevo. Se forzó a sonreír y decir en voz plana, “él no es peligroso. Es dulce.” Y entretenido y divertido.

“Es una reacción psicológica común que las personas se identifiquen con sus secuestradores,” dijo él.

“Pero estás en casa ahora. No dejaremos que te lleve de nuevo.”

Papá era tan testarudo. "¿Sabes lo que hizo Oso una vez? Me desperté con dolor de garganta, y me trajo el desayuno a la cama.”

Más bien un banquete, en realidad. Panqueques, waffles, cereales. Nunca nadie le había llevado el desayuno a la cama.

“Y luego, el resto de la mañana, me contó historias para que no tuviera que hablar y no me aburra.”

Incluso había actuado algunas de ellas. Aun con el dolor de garganta, se había reído un montón.

“¿Suena eso tan terrible?” No se había reído así desde que había regresado a la estación.

“No necesitas contarme,” dijo él. “Lo que sea que ocurrió, estás a salvo ahora. Estás con personas que te aman.”

Oso me ama, pensó ella. “No es un monstruo,” dijo ella.

Gail asomó la cara dentro de la sala. “Es más de medianoche. Ustedes dos, adictos al trabajo, ¿van a ir a la cama?” Sonrió con todos los dientes.

“¿Quieres terminar por esta noche?” preguntó papá amablemente, como si estuviera hablándole a un niño.

Cassie suspiró. Un argumento más no iba a convencerlo. “Está bien.”

Depositó sus papeles en el escritorio, y corrió tras papá y Gail.

En la puerta de su dormitorio, papá se detuvo. “Buen trabajo hoy, Cassie.”

Ella no estaba segura de eso. Oso hacía más para ayudar a los osos polares en una excursión a través del hielo de lo que ella podría hacer en un año dibujando triángulos en mapas.

“Buenas noches,” dijo Gail. No intentó abrazar ó besar a Cassie. Después de algunas primeras noches incómodas, habían dejado que eso cayera como una admisión tácita en el abismo entre ellas.

Arreglándoselas para un saludo poco entusiasta, Cassie retrocedió dentro de su dormitorio y cerró la puerta detrás de ella. Escuchó alejarse las voces de sus padres, y luego la puerta de ellos también se cerró.

Cassie se dejó caer en la cama. La luz amarillo fluorescente se reflejaba en las fotografías que su yo más joven había pegado a las paredes de cemento.

Se tumbó boca abajo para ver las imágenes reducidas de ventisqueros y cumbres de montañas.

Se inclinó hacia delante y alisó la arrugada esquina de una fotografía. Había escrito: ‘Cordillera Lomonosov 89° N.’ Lo recordaba: la feroz mezcla de bloques de hielo, la extensión del cielo, el frío abrasador.

“Oh, Oso, ¿qué estás haciendo ahora?”

Lanzó un calcetín enrollado al interruptor de luz, y rebotó. El tercer calcetín lo consiguió. En la oscuridad, extrañaba más a Oso. Sabía que no debería. Ahora estaba en casa. Tenía su vida de vuelta, además de su madre.

Entonces, ¿por qué no era feliz?
Metiéndose debajo del edredón, Cassie pensó en su vida en el castillo, en cómo no se había cansado nunca de las tardes que habían pasado en el jardín, en las noches que habían pasado jugando ajedrez (aun cuando él había ganado tres de cuatro partidos porque ella no había tenido nunca un plan de respaldo), ó en las madrugadas cuando habían bebido chocolate caliente en la oscuridad y él había inventado historias sólo para ella.

Recordó cómo se había reído él la primera vez que ella se había deslizado por la baranda, y en cómo había llorado cuando el primer osito había nacido muerto. ¿Cuántos nacimientos muertos más había tenido que enfrentar solo? Si sólo pudiera encontrar una manera de estar con él y ayudar a los osos polares.

Cassie se sentó en la cama—estaba al borde de una idea. Podía sentirlo. Oso se perdía los nacimientos porque no sabía ni dónde ni cuándo serían. Pero ella tenía acceso a las fechas precisas de cientos de osas preñadas.

Cassie quitó el edredón y se apresuró a la sala de trabajo de Owen. Trepó sobre las cajas y pedazos de motores hasta la computadora nueva.

Después de jalar fuera la cubierta protectora, presionó el botón de encendido. Caminó de ida y vuelta mientras la máquina arrancaba.

Los nacimientos no eran al azar. Ella podía predecirlos—ó por lo menos las probabilidades. Cassie se colocó en la silla del escritorio e hizo clic en los archivos de las guaridas.

“Déjame hacerlo,” dijo una voz.

Cassie saltó. Owen estaba a medio metro de su codo. ¿Cómo demonios la había escuchado desde los dormitorios en la parte de atrás?

“¿Tienes un monitor de bebés en esta cosa?”

“No tienes exactamente pies ligeros.”

Ella abandonó la silla del escritorio.

“Adelante.” Él se sentó, y ella se inclinó sobre su hombro.

“Quiero una columna adicional de los lugares de las guaridas en la hoja de cálculo.” Él insertó la columna.

“Mmm. Está bien. Ahora introduce una fórmula para sumar dos meses a cada tiempo de guarida para sacar cuentas de la etapa final del período de gestación.” Él lo hizo.

“¿Puedes imprimir una página?” preguntó ella.

“Ahí va.”

La impresora zumbó, y Cassie se cernió sobre ella. “Lento.”

“Inyección a tinta. Déjalo ser.”

“Piensas que voy a romper todos los equipos, ¿no?”

Owen se encogió de hombros.

“No soy una torpe,” dijo ella.

“Excitable,” dijo él.

Ella arrancó la página antes de que terminara de salir, borroneando la tinta. Yendo de aquí para allá, la escaneó.

“Etiqueta esa columna como ‘Predicción de Nacimientos’ y ordena los datos por fecha y lugar. Primero la fecha, por favor.”

Él hizo los arreglos y lo imprimió. Después de tomar las páginas, Cassie se sentó en un taburete. Se mordió el labio inferior mientras leía. ¿Podría funcionar esto?

Owen se aclaró la garganta. “La subvención no dijo nada sobre la predicción de nacimientos,” dijo él.

“Depende de tu padre, pero dudo que podamos cambiar la premisa básica ahora.”

“Uh.huh.” Ella apenas lo escuchaba. Las fechas se superponían en lugares dispares, pero no era imposible.

Si él tuviera una ruta que lo llevara desde la Bahia de Hudson… determinar la ruta y actualizarla sería un proyecto ambicioso, ajustando las posibilidades sobre la marcha. Se necesitaría alguien entrenado y con habilidades…

Owen esperaba una respuesta. Cassie le sonrió. “¿Puedes imprimirme algunos archivos más?”

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Cassie enrolló el bolso de dormir y el morral de supervivencia en el compartimiento inferior de la mochila. Esta vez estaba empacando los artefactos para una expedición completa, preparándose para viajes en el hielo.

Agregó paquetes congelados de comida deshidratada, copos de avena, nueces, fruta seca. Si su plan funcionaba, estaría sobre los témpanos flotantes todos los días—justo como siempre lo había deseado.


Mientras empacaba, su papá revoloteaba junto a ella. Sonrojado, su cara se veía como lava ardiente. La apuntó con el dedo. “No vas a ir. Y punto final.”
Cassie examinó su estufa MSR y testeó la bomba de combustible. No iba a pelear con él.

“No permitiré que arruines tu vida.”

“Es mi decisión.” Mantuvo la voz tranquila. No sabía cuando vería de nuevo a su papá. No quería marcharse enojada.


Él la agarró del brazo. “Cassie, sólo quiero lo mejor para ti.”

Cassie tiró fuera de su agarre. Volviéndole la espalda, empacó rápidamente con habilidad experta—los objetos pesados envueltos en ropa.

“Sé que no estoy tomando las decisiones que harías tú, pero—”

Gail se retorcía las manos, haciendo brillar el esmalte rojo de uñas. “Cassandra, no tienes que ir. Has cumplido mi promesa. Él no tiene poder sobre ti.”

Ella sacudió la cabeza. No estaba regresando por las promesas ó por la historia de la Abue ó para salvar a su madre.

“Quiero regresar a él,” dijo.

Sin decir palabra, Owen le entregó una pila de datos impresos. Ella le agradeció y los empacó. Escaneando su escritorio, encontró un tornillo para el hielo. Lo agregó en un bolsillo lateral.

“Cassie.” Papá bajó la voz. “Él ni siquiera es humano. Tú misma me dijiste que no sabes cómo se ve cuando no es un oso. No sabes lo que es.”
Ella no iba a pelear con él.


Sin decir palabra, marchó a través del laboratorio hacia el baño. Azotó la puerta detrás de ella y guardó el cepillo de dientes, desodorante y shampoo en el bolso.

“Sé perfectamente bien lo que es él,” dijo a través de la puerta.

“Él es Oso, y es mi esposo.” Revisó los gabinetes hasta que encontró una cosa más: píldoras anticonceptivas, que habían sido dejadas por una interna que trabajaba en la estación antes que Jeremi. Empacó las píldoras y cerró la cremallera del bolso.


Abriendo la puerta de golpe, agregó en voz baja, “¿Y no es todo esto un poco hipócrita viniendo de un hombre que se casó con la hija del Viento del Norte?” A él se le cayó la mandíbula, y ella lo rozó al pasar. “Owen,” llamó ella, “¿Ya tienes el resto de esos mapas?”

“Espere un momento, señorita…” papá la siguió a zancadas.

Max emergió de su dormitorio. “¿Qué está pasando? ‘¿Cassie-Lassie?”

(NT: lassie, muchacha, es un juego de palabras) Él siguió a Cassie y a papá hasta donde Gail esperaba. “¿Qué está haciendo ella?” preguntó Max.
“Arruinando su futuro,” dijo papá.

“Siguiendo mi futuro,” lo corrigió Cassie. Owen le entregó otro montón de mapas, y luego, con una rápida mirada al padre de Cassie, se retiró de la sala.

“Aquí tienes un futuro,” dijo papá. “Aquí tienes familia y amigos.

Estás renunciando a todo para estar con este ‘esposo’. Estás renunciando a la universidad. Estás renunciando a tus metas.

¿Qué pasa con tus planes de ser una rastreadora profesional? Siempre dijiste que eso era lo que querías.”

Cassie se puso el sombrero y cerró la cremallera de su parka. El sudor calentaba sus axilas.

“No debería haber esperado que lo entendieras. Después de todo, tú dejaste a tu esposa en el castillo troll”

“Maldita sea, Cassie, ¡Eso lo hice por ti! Tú ya habías nacido. ¡Tenía que mantenerte a salvo! No podía vagar hasta los confines de la Tierra. ¡Tenía que ser un padre para ti!” Golpeó el escritorio con el puño para dar énfasis. Los papeles se desparramaron y Owen se sobresaltó.


“¿Piensas que fue una elección fácil?”

No había sido una elección; había sido cobardía. ¿Por qué otro motivo le había mentido a ella todos estos años, dejando que la Abue le diga finalmente la verdad? La vergüenza era un gran motivador.

Ella sabía que él deseaba haber rescatado a Gail. Había escuchado el arrepentimiento en la voz de él, esa primera noche cuando había oído a escondidas a sus padres. Se echó la mochila al hombro.


“Lo prohíbo.” Papá bloqueó la salida.

“No sabes lo que estás haciendo.”

Cassie se giró hacia su madre. “Habla tú con él.”

“Pero yo no…,” empezó Gail.

“La historia se repite,” dijo Cassie. “Tu padre tampoco quería que tú te fueras.”

Pasmada, Gail miró a su marido.

“No es lo mismo en absoluto,” protestó papá. Pero Cassie pudo ver que su madre lo entendía. Era lo mismo.

Cassie observó el rostro de su madre mientras su padre respiraba fuerte. Cada noche, su madre se despertaba gritando, aterrada de ser encarcelada de nuevo. ¿Dejaría que su hija fuera mantenida en un lugar en contra de su voluntad? Cassie no la conocía tanto como para estar segura, pero apostaba que no.

Gail tocó el brazo de él con las uñas rojas. “Lazlo, déjala ir.”


Horrorizado, se giró hacia ella. “¿Sabes lo que estás diciendo? ¿Quieres mandar a tu única hija, a nuestra bebé, de nuevo a merced de un oso?”

Gail levantó la barbilla y no retrocedió. Max, con ojos desorbitados, miró alternativamente a los tres como si estuviera mirando un complicado partido de ping-pon. Owen se escondió detrás de la puerta de su taller.

Papá fue el primero en quebrarse. Bajando los ojos dijo, “Cassie, por favor, no hagas esto. No es seguro. No es inteligente. Te estás apresurando de nuevo. Espera un tiempo y luego decide. No te marches tan pronto.”


Gail estiró la mano hacia Cassie y luego la dejó caer. “Cassandra…Cassie…recién estoy comenzando a conocerte.”

Cassie miró a su madre. ¿Qué podía decir? ¿Qué no importaba el tiempo que pasara aquí, no sería suficiente para recomponer los años perdidos? Cassie no podía decir eso. Mejor sólo marcharse.

“Quédate con nosotros,” dijo papá.

“Nosotros somos tu familia. Este es tu hogar. Por favor, piénsalo. Piensa a lo que estás renunciando.”

Los ojos de Max estaban demasiado brillantes, y Gail tenía lágrimas en los suyos.

Al mirarlos, Cassie comenzó a parpadear rápido. Sentía los ojos calientes.

“Díganle a la Abue que lamento no haber llegado a verla.”

Salió rápidamente—antes de poder cambiar de idea, ó cambiarla para ella. El silencio la golpeó al cerrar la puerta exterior.

Inhaló profundo, y el frío le pinchó la garganta. Sintiendo el camino a lo largo del perímetro de la estación, Cassie levantó la bandera de los Estados Unidos en la cegadora oscuridad blanca de la ventisca del Ártico.


FIN DEL CAPITULO.

Traducido x Clo



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mmm ya era hora que se decidiera por el osito lindo!!!!! papacito, yo no lo hubiera dejado ni por cinco minutos....

ICE CAPITULO 10

DIEZ
Latitud 70 ° 49 '23 "N

Longitud 152 ° 29 '25 "W
Altura de 10 pies


CASSIE NO RECORDABA que la estación fuera tan fea. Ella siempre había pensado que se parecía a una sopera volteada hacia un lado, pero en lo que nunca reparo es en lo vieja que se había convertido la sopera. Sus paredes metálicas estaban salpicadas con manchas de color rojo-marrón oxidado. Las paredes del cobertizo estaban peores. Todo el complejo parecía extraño en comparación al desierto de hielo prístino. Después de tantos años de salir y entrar por aquella abollada puerta sin tan siquiera mirarla. Al mirarla ahora se sentía… extraño.

Ella se bajó de oso, pero su mano se quedó en su cuello. El giro la cabeza para mirarla con ojos conmovedores.

"Se ve diferente, eso es todo", dijo ella, en respuesta a su pregunta no formulada.
"Tu eres diferente", dijo.

"Este lugar no será tu casa nunca más."

“No seas melodramático", dijo ella, quitando la mano de su cuello.

"Esto ya es bastante difícil." Dijo ella.

"No quiero que abandonarme sea tan fácil." Él le dijo.

"Bueno, no lo es." Dijo ella.

Dejo de verle y ella volvió a mirar todo el complejo de la estación. Marcas de patinazos
Cruzaban por delante del cobertizo, ellos se dirigían detrás de la estación. Max estaba aquí.

Max. Owen. Liam. Scott. Jeremy. Papá y. . . y mamá. Ahora que ya no estaba tocando al Oso, el frío atravesó sus mejillas. Cassie cerró el cierre de su capucha.

"¿Tienes miedo?" Preguntó Oso con suavidad.

"Me siento en el infierno," dijo Cassie.

Era ridículo estar nerviosa por conocer a su propia madre. Este debería ser el mejor día de su vida.Pero sus pies no se movían. Todo lo que tenía que hacer era caminar hacia la puerta y abrirla y ahí estaría su madre.

"Puedes venir conmigo", dijo Cassie.

La nieve caía a través de la puerta en el silencio.

"Sé que tú no quieres eso," Oso dijo finalmente.

Ella asintió con su cabeza. Ella no sabía qué le había hecho decir eso.

"Alza la bandera de la estación y vendré por ti", dijo el oso.

Ya basta de pensarlo tanto, se dijo. Era el momento de hacerlo. Hecho su mochila al hombro y Cassie marcho rápidamente a través de la iluminada nieve. Al estar más cerca, escucho el zumbido del generador, un sonido cómodamente familiar, como un perro que gemía dándole la bienvenida. Ella camino más y se detuvo delante de la puerta.

Detrás de ella, escucho al Oso decir, "Te amo".

De repente, llegar hasta el interior parecía más fácil Negritaque quedarse afuera. Sin mirar al Oso, ella abrió la puerta. El olor de los cuerpos sin lavar la golpearon como una ola, ella se tambaleó hacia atrás al sentir la acidez. Armándose de valor, entró y cerró la puerta detrás de ella. Respirando muy bajo a través de su máscara, abrió la segunda puerta.Ahora ella se encontraba en casa.

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Cassie se quedó de pie frente a la segunda puerta y parpadeó, sus ojos se adaptaron a la lluvia de colores: chalecos de color naranja, parkas rojos, brillantes mochilas de color azul, cuerdas para escalar verde y morado. Poco a poco, los colores se tornaron en formas familiares, empezó a relajarse. Montones de materiales, pilas de archivos, nidos de ropa encima y alrededor de los escritorios y archiveros. . . Ella conocía bien todo este lío. Cassie se despojó de su ropa exterior. Podía escuchar voces desde el taller de Owen. Ella dejó su mochila y equipo sobre su escritorio y se acercó a la puerta que estaba entreabierta.

La escena era muy familiar: Max y Owen estaba en la mesa de trabajo. Ellos discutían sobre un pedazo de motor. Apoyándose sobre el marco de la puerta, Cassie los observo. Max y Owen. Sus dos pseudotíos.

Ella solía jugar aquí mientras ellos discutían sobre algunos trozos de metal, tal y como lo hacían ahora. Sintió una sonrisa tirar sobre sus labios.

"Linda tostadora", dijo ligeramente.

Owen dejó caer la pinza.

"Tu deberías tener más cuidado con ese equipo", dijo ella en forma de broma.

"Trátalo como si fuera un bebé."

Max se quitó sus gafas protectoras, tenía marcas de mapache debajo. "Cassie? Lassie!"

Él saltó sobre un caballete y la envolvió en sus brazos, en un abrazo de oso. ¡Max! Ella lo había echado de menos! Ella lo abrazó fuertemente.

"Mirala es, Cassie, Lassie!"

Owen le miraba con el ceño fruncido.

"Cassie?", Dijo.

"Soy yo. En carne...." Lo que ella quería decir. Es que era bueno verlos, sorprendentemente bueno. Se había concentrado tanto en sus padres que no había pensado en lo que sería ver al resto de su familia.

"Es bueno estar en casa" Ella estiro sus brazos y aspiró el olor de la casa: invierno añejo. Ella tosió.
"Cassie. . . no sabíamos si estabas viva o muerta, Lassie ", dijo Max.

"Tu madre siempre creyó que tú estabas viva", dijo Owen.

Su madre. Cassie sintió que su corazón dejo de latir por un instante. Oso había cumplido. Su madre estaba aquí. Viva y aquí. Cassie no se había dado cuenta de que hasta este momento, la duda aun había estado al acecho. Sin embargo, escucharlo de los prosaicos labios de Owen, aquí en la estación no mágica y ordinaria era extraño. . . Cuando su ritmo cardíaco se reanudo, este se sintió más fuerte, como un timbal bajo la piel, y su voz sonaba muy lejos de sus oídos.

"¿Dónde está ella?"

Max sonrió ampliamente.

"Vamos, Cassie Lassie."

Él envolvió el brazo alrededor de sus hombros y la guió para salir por la puerta.

"Quiero ver la expresión en sus rostros cuando te vean."

Cassie se dejo conducir. Ella no sentía sus pies tocar el suelo. Apenas vio por donde ella estaba caminando. Sus rostros, en plural, cuando te vean. Max la impulsó a través del laboratorio de investigación hacia la cocina. Él la libero cuando ellos entraron.
Sólo había una persona en la cocina.

Su padre estaba sentado en la mesa con su cabeza inclinada sobre su libro de notas. Había una olla detrás de él a fuego lento en la cocina. Por un largo momento, ella lo miró, sintiendo su tambor interior, incapaz de comprender lo que estaba pensando o sintiendo.

Después de pasar meses con el oso, su padre de seis pies parecía pequeño y frágil. El color gris veteado de su pelo y su cuello se hundía por debajo de la barba de hombre montaña. Ella había olvidado su color gris. Ella lo miró fijamente, tratando de igualar a este hombre de sus recuerdos. ¿Cómo es que ella alguna vez había encontrado a este hombre intimidante? Ella quería cruzar y llegar hasta él y apartar el pelo de sus ojos. Se veía tan. . . humano.

Max se aclaró la garganta, y su papá hecho un vistazo encima de sus papeles.

"Hola, papá", dijo.Parecía aturdido, como si ella hubiera caído del cielo a la cocina. Recuperándose, el salió disparado de su silla. Empujo la silla ruidosamente hacia atrás. Y con dos grandes pasos, estaba delante de ella. La aplastó en un abrazo.

"Oh, mi niña", dijo.
No la había llamado así en años. Cassie se tragó un nudo en la garganta.

"¿Dónde está mamá?" La palabra sonaba extraña en su boca.
Su rostro se dividido en una enorme sonrisa. Sin soltarla de los hombros, él la llamó.

"Gail! Gail,! Ella está en casa! "Él le apretó los hombros. "Gail!"

Cassie escucho pasos detrás de ella en el pasillo. Los pasos presurosos de su madre. Los músculos de la espalda de Cassie se tensaron. Los pasos se detuvieron en la puerta y su padre la dejó en libertad. Pero Cassie no podía darse la vuelta. Sus pies se sentían pegados al piso. Ella había soñado con esto muy a menudo durante mucho tiempo. ¿A qué le tienes miedo? ella se dijo a sí misma. Date la vuelta. No, yo no quiero.Resiste, se dijo. Maldición gira y mira alrededor.

Poco a poco, se dio la vuelta y miro el contador, los gabinetes, las paredes, Max, Owen. . . "Gail", Así llamo papá a la mujer en la puerta.

"Ella es Cassandra. Cassie, esta es tu madre. "

Ojos verdes. No había otro pensamiento coherente en Cassie durante un largo momento. Ella miró a los ojos de su madre y sintió como si su cerebro girara. Cassie tenía los ojos de su madre.

Pero el parecido terminaba ahí, en los ojos. Gail era más baja comparada con Cassie, quizá de cinco pies. Tenía el pelo negro, no rojo. En lugar de los pómulos pronunciados, ella tenía suaves mejillas de muñeca. Vestida con una blusa roja y jeans, no se parecía en nada a Cassie, excepto los ojos.

"Madre", dijo Cassie, probando.

Su madre tragó saliva y agitó las manos como si no estuviera segura de qué hacer con ellas, como si estuviera sorprendida de que ella tuviera manos.

“Me puedes llamar Gail, si eso te hace sentir más cómoda", dijo ella, con voz temblorosa.
Su madre era una extraña llamada Gail.

"Gail", dijo Cassie.

Ella nunca se imagino utilizar el nombre de pila de su madre. Cassie intentó sonreír.

"Muy gracioso. Para la hija del Viento del Norte. Gail".

Su madre brillo con una sonrisa como de un comercial de Crest (pasta dental).

"Es la abreviatura de Abigail." Dijo estúpidamente.

Cassie se preguntó en donde su madre había encontrado aquí un lápiz labial. Era tan rojo como las manzanas Red Delicious y como inapropiado para usarlo con pantalones vaqueros de algodón cincuenta por ciento más bajo.

"Oh," dijo Cassie, sin dejar de mirarla. Su madre parecía más pequeña de lo que había sido en sus ensueños.

La sonrisa se desvaneció, y Gail retorció las manos.

"¿Podría yo. . . ¿Estaría bien si te abrazo?".

"Tal vez", dijo Cassie. ¿Lo era? "Sí".

Gail dio un paso hacia ella y torpemente tendió los brazos. Cassie dio un paso hacia adelante correspondiéndole. Su madre olía a pino, como el aire salvaje. Sus brazos se sentían huesudos alrededor de la espalda de Cassie.

Cassie colocó las manos en los omóplatos de su madre. Ella estaba abrazando a una desconocida. Este cierre, Cassie podía sentir el abismo de cada año, cada minuto.

Su madre dijo suavemente, "Mi bebé. Mi pequeña niña".

Y algo dentro de Cassie se rompió. Ella lo sintió así, como un abeto que caía bajo el peso del hielo de invierno. De repente, las mejillas de Cassie estaban mojadas. El agua llenaba sus ojos y ella no podía ver. Hundió fuertemente la cara en el hombro con esencia a pino de su madre. Y los brazos de su madre comenzaron a temblar.

"Mi bebé, mi bebé." La voz de Gail se quebró. Ella estaba llorando también.

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Algo tenía que pasar después de esto. Cassie nunca había pensado que pasaría más allá del primer hola. Pero ahora el primer momento había terminado y Cassie no sabía qué decirle a esta desconocida mujer, su madre.Owen, Owen, de todas las personas el llegó a su rescate. Ella no se había dado cuenta siquiera de que él y Max aún estaban en la habitación.

"¿Cómo lo hiciste. . . ¿Cómo escapaste? ", Preguntó Owen.
Agradecida por eso, Cassie se volvió hacia él.

"No me escape. Yo solo le pedí que me trajera, y el oso me trajo a casa."

"Justo así de esa manera?", Dijo Gail, con vos sorprendida.

Cassie pensó en el Oso afuera de la estación. Le había dicho, Te amo.

"Justo así" ella mintió.

"Pero las promesas munaqsri no pueden ser rotas", comenzó a decir su madre.

"No importa," Papá la interrumpió.

"Ahora ella esta está aquí. Ella es libre."

Las promesas Munaqsri si importaban. Su madre, Gail, lo corrigió ella estaba en lo cierto. Cassie había hecho votos, promesas, a un munaqsri. Él podría haber hecho su estancia permanente si hubiera querido. Pero él había decidido dejarla ir, a pesar de que la amaba o tal vez, ella tenía la idea repentina, de porque él la amaba?

"No dejaremos que él te lleve nuevamente", dijo su padre.

"Oh, no, no es así", dijo Cassie rápidamente.

"No es así. Somos. . . amigos concluyó ella, por falta de una mejor palabra. Hasta que la época de nacimientos había iniciado, el había sido su constante compañero. Habían hablado y se habían reído y habían gastado cada segundo juntos.

"¿Amigos? Con el monstruo que te sacó de tu familia? Con el monstruo que te impidió estar con nosotros durante meses? Cassie, pensábamos que podrías estar muerta. "

Cassie se sonrojó. Ella al menos debió mandarles un mensaje. Pero nunca pensó en ello. Fue culpa suya que ellos se hubiesen preocupado.

"No es un monstruo", dijo. Él había dicho que la amaba. . . . Deja de pensar en eso. Ella estaba aquí con su madre, su madre, que estaba aquí y viva.

"Lo que hiciste…" Dijo Gail. "Fue muy valiente. Gracias."

Ella no sabía ser "valiente". A ella le había gustado el castillo. Ella había patinado en el salón de baile, diseñando nuevas esculturas para el jardín topiario, perdiendo partidas de ajedrez. Su madre la estaba esperando para hablar.

"No podía dejarte. . . ahí ", dijo Cassie. En un castillo troll. Todavía sonaba inverosímil. Gail agitó las manos, obviamente incómodo. Tenía los dedos largos y delgados, con uñas cristalinas y una piel tan suave. Estuvo durante dieciocho años con los trolls y ella no parecía estar peor o desgastada.

"¿De todos modos, que son los trolls?", Preguntó Cassie, la pregunta salió más dura de lo ella había previsto.

"Cassie, a tu madre no le gusta hablar de ello", dijo papá.

Gail negó con la cabeza. "Está bien, hazlo," ella le dijo a Cassie.

"Realmente hay trolls haya afuera, y yo en verdad estaba atrapada en su castillo."

Cassie desvió la mirada, incapaz de seguir mirando esos ojos verdes tan familiares pero a la vez desconocidos. Ella no tenía la intención de romperse así, no con ella. Papá, tal vez, había dejado a su mujer atrapada en un castillo porque le era imposible, dejar a Cassie para ir a salvarla.

"Los trolls son. . . es difícil de explicar. Es un nombre inadecuado ", dijo Gail.

"Ellos no tienen una forma, no hay cuerpos físicos. Su reina se elige entre los que pueden sostener una forma por más tiempo, pero aún así. . . "

Su voz vaciló. "Es una isla de espíritus salvajes."

"¿Cómo fue que realmente Oso te dejo en libertad?" Cassie le preguntó. Oso no se lo había dicho. Ella nunca le había preguntado. De hecho ella, había evitado todos los temas relacionados con su madre, con los trolls y los vientos. Ahora ella lamentaba no haberle preguntado todo.

Gail negó con la cabeza. "No lo sé", dijo.

"Una noche, me fui a dormir, y cuando desperté, estaba sobre el hielo y el Rey Oso polar me llevaba a casa."

El silencio cayó sobre la cocina. Era imposible no escuchar la voz de Abuelita cada vez que Cassie miraba a su madre. La hija del viento del norte, libre del castillo troll. Y así, el oso llevo a la hija del viento del norte con su marido humano. . .En la estufa, las burbujas se desbordaron de una cacerola, y la hornilla silbo.

"Se queman los frijoles!" Papá se abalanzó abruptamente sobre la cacerola.

Una mirada de alivio destellaba en su rostro, visiblemente ansioso por la distracción, Gail se alejo de Cassie y deslizó un tazón bajo el codo de su padre, para que las habas cayeran en el. Gail tomó la cacerola, y el coloco la olla en el fregadero y luego el plato a la mesa. Parecía un baile, un baile bien ensayado, que no incluía a Cassie.

De repente ella pensó en el baile con el oso en el salón y luego aparto con firmeza ese pensamiento.

"¿Dónde está la Abuela?" Cassie le preguntó.

"Ella regreso a Fairbanks?"

"Luego de un mes Yo volé, después de que tú te marcharas", dijo Max.

"Ella esperó un mes, en caso de que volvieras."

Cassie nunca tuvo la intención de preocupar también a la Abuela. Ella le debía un montón de disculpas.

"Cassie", dijo papá ", los demás no saben nada sobre. . . todo."

Ella parpadeó. "¿Cómo es que no lo saben?" dijo ella.

Max y Owen lo sabían. Por supuesto, ellos habían conocido a la madre de Cassie mucho antes, y los otros no la habían conocido tanto, pero aún así. Su madre había vuelto de entre los muertos. Sin duda, deben de haber notado algo.

"La historia fue que pensaron que ella estaba muerta", dijo Max con entusiasmo.

"Pero en realidad estaba en coma y nadie sabía quién era, y un día se despertó. Tan pronto como fue liberada del hospital, voló aquí para sorprender a tu padre. "

Cassie estaba boquiabierta. Esa era la historia más estúpida que jamás había oído.

"Ellos creyeron eso? ¿Qué telenovela plagiaste? "

Max se encogió de hombros y miró apenado.

"Decidimos que era lo mejor," dijo Papá, "para tratar de conservar la normalidad. Por el bien de tu madre. "

Antes que Cassie pudiera responder, los dos investigadores Scott y Liam cayeron en la cocina. De golpe Cassie se dio cuenta que había pasado tanto tiempo desde que ella había pensado en ellos que casi olvido que se parecían.

Scott la miro primero. Él sonrió abiertamente. "Cassie?" Él la golpeó en la espalda. "Me alegro de verte. ¿Cómo has estado? ¿Qué hay para cenar? "

Metió una cuchara en el recipiente de los frijoles y a horcajadas se sentó sobre una silla.
Liam le estrechó la mano. "Te has perdido de una gran temporada", dijo. "¿Cómo está Fairbanks?"

Lanzó una mirada a su padre. Si él les había comentado que Gail había estado en coma, que será lo que les dijo sobre lo que le ocurrió a Cassie?

"Muy bien", dijo Cassie. Papá asintió con la cabeza.

Jeremy piso con fuerza en la habitación. "El nitrógeno líquido se congelaría a esta temperatura."

Después de quitarse sus guantes, comió sus frijoles. Con la boca llena, asintió con la cabeza casualmente hacia Cassie, como si no se hubiera ido toda la temporada de migración.

“Lo sé, lo sé, todavía estoy aquí ", dijo.

"Él me debe tres meses más", dijo papá mientras le entregaba un tazón de frijoles a Cassie.
Aplastando los granos en sus dientes, Jeremy dijo, "Y entonces me marcho de esta nevera. Al hermoso y suave LA para cambiar mi concentración en las selvas del Amazonas. "
Gail bromeó, "Tu te quejarías de las quemaduras solares en Los Ángeles, y tu te derretirías en el Amazonas."

Ella le sonrió a Jeremy con una sonrisa llena de dientes. Cassie pronto sintió que su corazón se apretó. Su madre era una extraña con su hija pero no con sus amigos y hasta con ese novato, caradura, que ni siquiera era de la familia y que no podía realizar un seguimiento a un oso polar en un zoo? Cassie revolvió sus granos, sin hambre.

Jeremy movió la cuchara. "Marque bien mis palabras: que el infierno se congele. Nunca debería haber elegido una investigación en el Ártico. Pero soy lo suficientemente hombre para cambiar. "

Cassie busco algo inofensivo para comentar. "Como. . . ¿cómo están los osos?"La cara de Scott se iluminó. "Para fines específicos un centenar en veintiséis años. Y treinta y dos más que los del NPI. "

Este era el Instituto Nacional Polar que estaba a ciento cincuenta millas al oeste, cerca de la Bahía de Prudhoe y era lo más parecido a un rival de fútbol que la estación del este de Beaufort podría tener.

"No es que los estemos contando", agregó Max cuando él se sentó en su taburete y se sirvió arroz y frijoles.

"Claro que no”, dijo Cassie. "¿Tú solo volviste para visitar al personal?"

Sonriendo aún más ampliamente, Max dijo: "Tenemos una concesión. Es válida por dos años."
"En conjunto con NPI y los chicos del mar de Chukchi," dijo Liam.

"Pero Max está de regreso con el personal, y Owen obtuvo su equipo de ordenadores nuevos. Muy vistosos."

Max estaba de vuelta! Y había conseguido la concesión! Y ella se lo había perdido.

"Eso es maravilloso!", Dijo ella, con el mismo entusiasmo que pudo. En realidad, era una noticia maravillosa. Había deseado por muchos años que Max volviera. Cassie sonrió a su ex niñera.

"¿Cuál es la concesión?"

"Comportarse lo mejor posible", respondió papá.

"Las cinco naciones con osos polares están participando, pero somos los que combinamos los datos."

"Nos mantenían fuera para intervenir en las guaridas, hasta que Max regreso de nuevo con el personal. Actividades de explorador sobre el hielo con los faros. Es tu tipo de cosas, chiquilla ", dijo Scott.

"Lo siento te lo perdiste."

Jeremy visiblemente se estremeció. "Enfermizamente suicida."

"Tu no has comido", dijo papá.

"Que suerte", dijo Jeremy. "Me alegro de que esto haya terminado."

Ella se había perdido todo. Bueno, ella estaba de regreso y no se perdería otra cosa. Por el rabillo del ojo, Cassie, miro a Gail en un taburete y ella aliso la servilleta en su regazo. Ahora estoy en casa, pensó Cassie y aquí me quedare.

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De un tiro Cassie se puso en posición vertical sobre su cama. ¿Qué demonios fue eso?

"¿Oso?", Dijo ella. Una mujer estaba gritando. Le tomó varios segundos recordar dónde había estado y unos segundos más para recordar que otra mujer se encontraba en la estación.

Su madre estaba gritando.Cassie se saco fuera el cobertor y llego a la puerta de su dormitorio. Salió de la habitación hasta llegar a la de su padre. Y los gritos disminuyeron a sollozos.

"Está bien", su padre decía. "Tú estás aquí. Tú eres libre. Todo termino. Todo está bien. No te llevarán de nuevo. "

"No lo sé." La voz de su madre sonaba rota.

Cassie empujo la puerta. "¿Mamá?, ¿Gail?" Ella se detuvo en la puerta.

Su madre estaba acurrucada contra su papá y lloraba en su hombro.Papá levantó la cabeza, y su expresión fue tan cruda que Cassie tuvo que apartar la mirada.

"Una pesadilla", dijo a Cassie.

"Ella va a estar bien. Vuelve a la cama. "

Cassie dio un paso hacia la puerta. Ella quería retirarse. Ella no sabía qué hacer con su madre llorando de esa manera y su padre se miraba así. . . tan afectado, tan impotente. Cada pliegue de su cara era una profunda sombra. Sus ojos parecían manchas de agujeros.

"¿Estás seguro?", Preguntó ella.

"Si", dijo. El presiono su rostro contra el cabello de su madre y ella sabía que él y ella desean que se fuera. Cassie se retiró de la puerta y la cerró detrás de ella. Ella vaciló en el pasillo. Podía escuchar la voz de su padre claramente a través de la puerta.

"El mismo sueño?", Dijo.Cassie no podía oír la respuesta.

"La culpa es mía", dijo él. "Te he fallado. Yo debería haberte salvado. La culpa es mía. Ódiame. Pero no tengas miedo. Tú no tienes que temer. Se acabo. Es todo. “Ahora tu estas en casa.”


Fin del Capitulo


Traducido x Rania

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Ay... esta Cassie está Loca, miren que criticar el atuendo de su madre….ni que fueran Fashionistas los Trolls, jejejejeje!

Nenas mil disculpas por la tardanza, es que tengo a mi nena enfermita y no me da ni una para que pueda hacer nada…U.U.

Espero que Clo les cuelgue más tarde el capitulo 11.

Bss. Nenas.

•·.·•✿ BIENVENIDAS AL BLOG NENAS in LovE✿•·.·•