miércoles, 3 de noviembre de 2010

ICE CAPITULO 21


Capitulo 21

Latitud 68 ° 32 '12 "N

Longitud 89 ° 49 '33 "W
Altitud 2 pies

Cassie patinó sobre el coxis. "¡Ay, ay!" Protegiéndose el rostro, se estrelló contra una duna de nieve. Por un instante, yació allí con los miembros enredados. Estaba viva. Se había zambullido en el océano Ártico y había sobrevivido.

Cerrando los ojos, Cassie inhaló. El aire tenía un sabor maravilloso, como a sal, sol y tierra. Abriendo los ojos, volvió la cabeza. Su mochila yacía junto a ella. El nylon se había roto en tres lugares, y el marco se había deformado en un S, pero estaba seca y entera.

Cautelosamente, se desenredó a si misma y comprobó sus articulaciones—ningún hueso roto. Sólo un montón de magulladuras. Se incorporó hasta sentarse y miró a su alrededor. Rocas erosionadas de Glaciar se extendían por millas, parches de nieve se alternándose con extensiones azotadas por el viento. Ella estaba en la tundra.


Un borrón marrón se deslizó sobre su mukluks. Ella sacudió sus pies debajo de ella.
"Estoy aquí," dijo una voz.


"¿Dónde? ¿Quién dijo eso?," preguntó.

Ella miró alrededor hacia las rocas, las olas, el cielo.
El borrón marrón pasó disparado junto a ella, lanzándose de roca en roca. De repente, se detuvo, y vio un regordete roedor marrón, como un balón de fútbol de juguete sobre una roca—un ratón campestre.


Cassie sonrió. Sedna había dicho que le ayudaría. Sólo que Cassie no esperaba que la ayuda tomara la forma de un roedor mágico. Ella se imaginó diciéndole esto a Oso. Él se iba a reír durante días.
"Vamos," dijo el roedor campestre.


"Recógeme. Tenemos que marcharnos. Tengo responsabilidades que atender, sabes."

Con el roedor acunado en sus manos, Cassie corrió a través de la tundra con velocidad munaqsri.

El mundo pasaba acelerado como una película en avance rápido. Vio recortes y escuchó fragmentos del paisaje mientras cambiaba a su alrededor. Los gansos volaban arriba, y pájaros que no veía cantaban a través de los pastos.

En las cuevas, proliferaban las saxífragas púrpuras y los blancos brezos del ártico. Las amapolas florecían en los parches de nieve. Ella se estaba dirigiendo al sur (rápido), y el verano se dirigía hacia el norte.


A última hora de la noche iluminada por el sol, se detuvieron.

"Siento una llamada," dijo el roedor.

"Acampa aquí. Volveré por ti." Antes de que ella pudiera protestar, el roedor había desaparecido.


Su único vínculo con Oso, desaparecido.


Cassie tragó saliva. Él va a regresar, se dijo a si misma. Dijo que iba a regresar. Y Sedna había dicho que confiara. Ordenándose a si misma que dejara de preocuparse, miró a su alrededor. Ahora estaba más allá de la arbustiva tundra, en el fondo de la mata de tundra.


Estirando las piernas, Cassie caminó con cuidado entre montones de hierba del tamaño de cabezas. Las matas colmadas de agua reventarían si ella las pisaba. Para caminar por el campo minado, tuvo que levantar las rodillas como una cigüeña.

Se imaginó cómo le relataría esto a Oso: ella marcharía alrededor de la sala de banquete, como si estuviera caminando por las matas, y él se reía con su retumbe bajo.


Él le serviría pollo en salsa de vino blanco, y ella le diría cómo había recogido líquenes de las rocas para cenar sobre la tundra. Le diría lo mucho que lo había extrañado, y él le diría que la amaba y que nunca fue su intención herirla. . .

Pero todas las disculpas del mundo no desharían todo lo que había sucedido. Cassie puso sus manos sobre su estómago. Incluso si encontraba a Oso. . . todo sería diferente. Ella tragó saliva. No sólo quería a Oso de regreso, sino que quería la vida que había tenido.


Ella acampó entre las matas. En lo alto, las luces del norte se perseguían unas a las otras en pálidas cintas como si el sol continuara rodando bajo a lo largo del horizonte. Soñó con Oso, y se despertó esperando que estuviera junto a ella como solía ser. Estuvo a punto de llorar cuando se dio cuenta de que no lo estaba.


Para su alivio, el ratón regresó poco después de que se hubiera despertado, y de nuevo corrieron a través de la tundra. La próxima vez que se detuvieron, estaba rodeada de algodoncillos silvestres. Miles de flores que parecían dientes de león venidos a menos cubrían la tundra con una niebla fina y blanca. Ella sacó su GPS. Después de un chapuzón en el Océano Ártico, no debería estar aun funcionando, pero los números parpadeaban. Se inclinó hasta que pudo leerlos.


Latitud 66 ° 58 '08 ", longitud 110 ° 02' 13". Wow. Había alcanzado cientos de kilómetros en menos de dos días. A este ritmo, estaría en el bosque boreal antes de saberlo. "Gracias," le dijo al roedor. Nunca se imaginó que un roedor sería su salvador.

"La lechuza te dará caza," dijo el roedor. “Ella lo disfruta."


"¿Qué lechuza?" Cassie escaneó los cielos. No veía. . . Espera, ella vio una mancha blanca en el norte. En solencio, la lechuza de nieve planeó sobre la tundra. Sus plumas eran como una nube en el cielo. Cassie la vio bajar en picada—directo hacia el roedor.


"¡Cuidado!," gritó Cassie mientras las garras de la lechuza lo envolvían.

El roedor no se inmutó, y la lechuza lo dejó en libertad y se deslizó a unos metros de distancia antes de establecerse en los algodoncitos silvestres.


“Me invitaste a jugar,” dijo la lechuza, "y ni siquiera corriste. ¿Dónde está el espíritu deportivo en eso?"

Cassie exhaló. Era la lechuza munaqsri, y obviamente se conocían el uno al otro. Cassie no iba a perder su transporte.


"No te invité a que me cazaras,” dijo el roedor con su voz aflautada.

"Te invité a que cazaras para ella. Ella está viajando para ver al Padre Bosque. Es la esposa del Oso Polar."

La lechuza la cabeza ciento ochenta grados. “Ya veo. ¿Y el niño es suyo?"

Cassie lanzó los brazos alrededor de su estómago. El sol era cálido y ella estaba protegida por su parka y lana. Su estómago curvado le tensó la franela. Más de cuatro meses para este momento.

"Necesito encontrar a Oso," dijo, levantando la voz. "El Padre Bosque tiene que ayudarme."


La lechuza la estudió por otro momento. "Por supuesto que te ayudará," dijo la lechuza. "Puedes confiar en que él hará lo mejor. ¿Qué quieres comer?"


Las rodillas de Cassie se tambaleron con alivio. La lechuza no iba a discutir, iba a conseguirle su cena. ¡Comida! Quería un pastel de chocolate y un montón de hamburguesas y los frijoles de papá y los omelets de salchicha de Max, pero trató de pensar en lo que vivía en las praderas de juncos. Papá se solía referir a los ratones campestres como ‘comida rápida salvaje." Cassie miró al ratón munaqsri.


"¿Conejos?," sugirió.

En pocos minutos, la lechuza regresó, planeando bajo. Sus plumas rozaban las flores. Los pétalos volaban como confeti. Cassie vio la hierba balancearse delante de la lechuza. Cassie se paró en la cima de un montículo para una mejor vista. Con las alas extendidas unos cinco pies de ancho, la lechuza arrió los conejos. Muchos conejos. Cortésmente, la lechuza le gritó,


"¿Te gustaría matar a uno, o lo puedo hacer yo?"

Sintió una punzada de compasión de que las liebres fueran perseguidas por uns súper lechuza. La lechuza, por otro lado, parecía estar disfrutándolo.


"Por favor, adelante," dijo Cassie.

Cassie dispuso la cocinilla mientras la lechuza mataba limpiamente una liebre.


Segundos más tarde, una liebre viva apareció junto al cadáver. Saltó de pata a pata.

"¡Depredador asqueroso!" gritó la nueva gritó. "Regresa el alma que robaste de inmediato."

La lechuza erizó las plumas. "No viniste a reclamar su alma. Yo era libre de tomarla. No hubieras querido que se perdiera, ¿no? Es mejor que se convierta en una lechuza a que se pierda."


"¡Estoy aquí ahora!" exclamó la liebre munaqsri. "Regrésala de inmediato."

"Como quieras," dijo la lechuza.

Ella abrió el pico. La niebla, el alma, vagó a través de los pastos. La liebre salió en su persecución. Se fundió en su interior.
La lechuza dejó caer el cadáver al lado de la estufa. "Gracias," dijo Cassie. "Lo siento por causar problemas."

La lechuza se encogió de hombros, una interesante hazaña con alas. "La liebre no tiene sentido del humor," dijo.


La liebre munaqsri le contestó. "¡Depredadores repugnante!" El furioso conejo fijó los ojos en Cassie.

"Tú eres una omnívora. ¿Por qué debes comer mis liebres?"

"Encuéntrame un poco de tofu silvestre, y lo comeré," ofreció Cassie.


La lechuza se rió entre dientes. Chisporroteando, la liebre desapareció en la hierba.
Cassie sonrió. Qué extraño que ahora pudiera bromear con pájaros y roedores que hablaban. Meses atrás, Oso había dicho que podría mostrarle un nuevo mundo de maravillas que ella no sabía que existía. Ella ciertamente nunca se hubiera imaginado que estaría en el campo abierto de la tundra con un roedor, lechoza, y liebre mágicos.

"¿Estamos cerca?," preguntó Cassie.


"Te llevaré hasta el final de mi región," dijo el roedor, “y la lechuza se encargará de conseguirte una guía para que logres entrar en el bosque. Estarás con el Padre Bosque para mañana por la tarde."


Cassie sintió que su corazón daba saltos. ¡Ella podría ver a Oso mañana! Finalmente, después del hielo, el mar y la tundra. . . Cassie se pasó los dedos por el pelo, y sus dedos se engancharon a unos cuantos centímetros de su cuero cabelludo. Esperaba que a él no le importara que ella oliera mal. Cassie se echó a reír a carcajadas y sacudió la cabeza. Su cabello voló a su alrededor en una nube roja de enredos. "¡Ya voy, Oso!," dijo. Lo traería a casa. Se tocó el estómago. ¿Y después? Ella no lo sabía.

FIN DEL CAPITULO

Traducido x CLO

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