martes, 25 de enero de 2011

ICE CAPITULO 28

VEINTIOCHO

Latitud 63 ° 26 '00 "N
Longitud 130 ° 19 '53 "W
Altitud 4.325 metros


CASSIE se asomó por el borde. ¿Caer?
En la ladera de la montaña, las rocas parecían hileras de cuchillos aserrados. Automáticamente, sus manos acunaron su estómago. Ella ya había caído por un precipicio una vez.
"No es una caída vertical," protestó Cassie.
"Rodaría hacia abajo por la montaña, no caería a través del aire. No va a funcionar."

"Puedo arreglar eso," dijo el dragón.
Él cambió su peso. Debajo de la cornisa de ella, la montaña se derrumbó. ¡Avalancha! Ella se aferró a la garra del dragón y gritó. El rechinamiento se detuvo.
Irritado, él dijo: "Por favor, no grites."

Ella avanzó lentamente hasta el borde y miró por encima de este. El viento le azotaba el pelo contra la mejilla. Debajo de ella, la pendiente se había ido. La montaña iba directamente hacia abajo por un cuarto de milla. Cassie volvió con dificultad contra su garra.
Su corazón latía rápido. Era consciente de lo delgada que se sentía su piel y lo frágil que eran sus huesos.

¿Qué hay de malo en mí? , se preguntó. Hace sólo unos meses, se había zambullido en el océano Ártico. ¿Qué tan diferente era esto? Mirando por encima del borde de nuevo, tragó saliva. La cola del dragón, una cadena de granito, se curvaba en el aire. Era diferente. Envolvió sus brazos fuertemente alrededor de su estómago. Todo era diferente.

¿Qué tan lejos iría por Oso? ¿Dónde estaba el límite? ¿Existía un límite? Ella ya no estaba solamente arriesgando a si misma.

El bebé pateó contra de su manos, y ella sintió que la piel le rodaba como una ola del mar.
"¿Estás preparado para esto?" Le preguntó a su estómago. Otra patada. Se sentía como si el bebé la estuviera instando a seguir adelante.
Cassie sonrió. ¿Hasta dónde iba a llegar para darle un papá a su bebé? Hasta el este del sol y el oeste de la luna, por supuesto.
"Vamos, muchacho," dijo. "Vamos a buscar a tu papá."

Cassie colocó los dedos de los pies en el borde de la cornisa y miró a través del bosque boreal. El viento azotaba su pelo que le golpeaba las mejillas y la frente. Ella se lo echó hacia atrás. Su bebé no crecería como lo había hecho ella, echando de menos a un padre al que nunca había conocido.
"¿Puedes llamar al munaqsri viento?" Le preguntó al dragón.

"¿Realmente quieres hacer esto?" Por una vez, no sonó condescendiente. Parecía curioso.
"¿Qué razón podrías tener para lanzar tu suave y pequeño cuerpo fuera de mí?"

Tenía cientos de razones: porque Oso había esculpido una estatua de ella en el centro del jardín de formas, porque ella siempre lo podía hacer reír, porque él le había permitido regresar a la estación, porque él ganaba al ajedrez y perdía en el hockey, porque él corría tan rápido como podía por los nacimientos de los osos polares, porque él tenía aliento de foca incluso como humano, porque sus manos eran suaves, porque era su Oso.
"Porque quiero a mi marido de vuelta," dijo Cassie. Y, añadió en silencio, porque mi bebé merece conocerlo.

"Por favor, llama a los vientos."

"Muy bien," dijo.

Y entonces el dragón le rugió al cielo. El viento se azotó más y más rápido alrededor de la montaña. La tierra y las rocas caían de la pendiente. Cassie se cubrió la cara.

"¡Ahora!” exclamó el dragón.

Sosteniendo su estómago, Cassie saltó. El sonido se le arrancó de la garganta.
"¡Abuelo! ¡Viento del Norte!"
Ella caía en picado hacia abajo, en espiral a través del cielo. La franja verde y dorada de los bosques se precipitaban hacia ella.
"¡Viento munaqsri!" El viento pasaba junto a ella tan fuerte como un alarido.

De repente, el viento se estrelló contra ella desde dos direcciones. Apretada, Cassie subió a chorros en el aire. Ella se arqueó sobre las montañas del dragón y giró como una hoja perdida, jalada por el viento. El manto de nieve que cubría la montaña se espiraló debajo de ella. Oh, iba a vomitar.
"¡Viento del Norte! Gritó.

“¡Pobre niña. No diferencia su norte de su sur." Una voz se arremolinaba a su alrededor, barriendo debajo y junto a ella. Parecía venir de todas partes.

Vetas de nubes se batían junto a ella. ¿Uno de los tíos de Gail?
"¿Viento del Sur?" llamó Cassie.

"Déjala caer." Una segunda voz pasó a la corrida junto a los oídos de Cassie.
"Ella no es nada para nosotros."

De repente, ella se hundió. Trató de trepar, de agarrar algo sólido. Las nubes se le deslizaban entre los dedos como niebla fría en la piel.
"¡Soy tu sobrina! Soy la hija de Gail!"
Por debajo de ella, el Río Yukon atravesaba como una cinta azul a través de las montañas—tan pequeño, tan abajo.
"¡Por favor, no me sueltes!"
Una ráfaga la giró, y ella gritó mientras se desplomaba en el aire. El viento corría junto a sus oídos tan fuerte como su propio grito.

"Tenemos que conservarla, Este," dijo la primera voz—el viento del sur.

El viento barrió debajo de ella, y ella fue jalada para arriba, arriba, arriba.
"¡No pueden conservarme!,” gritó ella. "¡Tienen que ayudarme!"

"No podemos conservarla," dijo el viento del Este, haciéndose eco de ella.
"No fue justo antes; y no es justo ahora."
El aire comenzó a oscurecerse. La lluvia salpicaba el brazo de Cassie.

"¡Pero yo la quiero!" gimió el viento del sur como el viento en el mar.

Cassie oyó un crujido y vio saltar de nube en nube un destello de luz blanca. Si no se detenían, podría terminar electrocutada.
"¡Por favor!," gritó Cassie. "¡Tíos!"

"¡Ves!" dijo el Viento del Sur. "Escúchala. ¡Ella ya es de la familia!"

"Sí, sí, ¡soy de la familia! ¡la hija de Gail!” exclamó Cassie en la ascendente tormenta.
"¡Basta! ¡Detengan la tormenta! ¡Por favor, paren!"

Al instante, el gris se dispersó, y la brisa se calmó a un silbido.
"¿Te hemos lastimado?," preguntó el Viento del Sur.
"No queremos hacerte daño. Tu madre era nuestra nena favorita. La adorábamos."

"Ella fue un error," dijo el Viento del Este.

Cassie se encrespó. "¿Perdón?"

El Viento del Sur dijo con dulzura: "Es un viejo altercado. Mi hermano no estaba de acuerdo con que el Viento del Norte adoptara a tu madre."

El Viento del Este gruñó como un trueno. "Fue un secuestro."

"Adopción," dijo el Viento del Sur.

"Secuestro."

En un tono razonable, el Viento del Sur dijo: "Si Abigail no nos amara, no habría enviado a su hija a vivir con nosotros."

Girando en el aire, Cassie intentó ver la fuente de las voces.
"¡No estoy aquí para vivir con ustedes! ¡Estoy aquí para pedirles que me lleven al este del sol y al oeste de la luna!"

El aire se estremeció a su alrededor. "Oh, no, gatita. No puedes ir allí," dijo el Viento del Sur.
"No es un lugar agradable. No es un lugar agradable en absoluto."

"No para seres vivos," coincidió el Viento del Este.

"Además,” agregó el Viento del Sur, "está demasiado lejos. Demasiado lejos para nosotros."
Él parecía contento. Las vetas de nubes se cerraban junto a Cassie como pececillos de plata en un río.

"Pero son el viento," dijo Cassie. "El viento va a todas partes."

"Está más allá de los confines del mundo," dijo el Viento del Este, y el cielo se oscureció mientras hablaba. El gris profundo manchaba las nubes blancas y se propagaba.

Cassie sintió una gruesa gota de lluvia golpear su mejilla.
"El mundo es redondo. No tiene fin," dijo. "Además, el abuelo logró llegar hasta allí. ¿Pueden llevarme con él?"

"¡Oh, gatita, no quieres verlo."

"Él tiene temperamento," explicó el Viento del Este.

"Una vez, estaba tan enojado que nos dispersó en cientos de pedazos por todo el mundo."
El aire tembló. "Nos tomó varias semanas para volver a reagruparnos."

¿Dispersó sus propios hermanos? Ella se estremeció. Y éstas eran las criaturas con las que había crecido su madre, las que Gail había llamado familia.
"Sólo llévenme con él."

"Absolutamente no," dijo el Viento del Sur con firmeza. "Te desgarrará en pedazos."

Cassie abrió la boca para discutir, y se le apretó el estómago. Ella agarró su estómago. ¡Su bebé! ¡Todavía no! ¡Estaba tan cerca de oso!.
"¡Por el amor de Gail, llévenme con él!"

"Pero. . ."

Su estómago se aflojó, y ella inspiró aire. "¡Por favor! Si les preocupa algo Gail, ¡llévenme con el Viento del Norte!"

En respuesta, el viento se precipitó a su alrededor. La falda se le batió y retorció alrededor de las piernas. Mientras giraba a través de las nubes, acunó su estómago.

"Tal vez quieras cerrar los ojos," le dijo el Viento del Sur a Cassie. "Algunos encuentran esto…doloroso para su visión del mundo."

"No te preocupes por mí," dijo Cassie. "Me casé con un oso parlante."

Envolviéndola en aire vacío, los vientos la llevaron por el bosque. Ella sintió que el estómago se le contraía de nuevo mientras los dos vientos la apretaban como sándwich. Ella giró por el aire como un molinete.

* * * * *

Las nubes se sacudieron debajo de ella, y apretó los dientes, concentrándose en no ponerse enferma. Rápido y más rápido, viajó entre las montañas dentadas de nieve. Se deslizó entre picos. Virando cerca de uno, los vientos la llevaron hacia la cara misma del glaciar de montaña.
"¡Cuidado!," gritó ella, flotando por la ladera e irrumpiendo a través de las nubes.
"Hemos llegado,” susurró el Viento del Sur. Mientras los vientos ralentizaban, Cassie vio una montaña enorme. Una cueva irregular cortaba el costado de la montaña recubierta de hielo como una herida.

La nieve era escupida desde la boca de la cueva del Viento del Norte mientras Cassie, llevada por los dos vientos, volaba hacia ella. El frío se estrelló contra Cassie, y fue catapultada hacia atrás por el aire.
Fue capturada en una redada de viento mientras el Viento del Norte rugía: "MALDITOS SEAN TODOS. ¿QUÉ QUIEREN?"

Arremolinándose a su alrededor, el Viento del Sur susurró: "Es uno de sus días malos. ¿Deseas salir ahora?" Ella sintió temblar al viento. Pequeñas gotas de humedad gotearon sobre la piel de Cassie.

Quería decir que sí, correr tan lejos como pudiera de este nuevo monstruo.
“No,” dijo ella. "Esto es lo que vine a hacer aquí. Llévenme más cerca."
A medida que los vientos la hacían descender a la cueva, ella gritó, “¡Viento del Norte, necesito hablar contigo! Gail es mi—"

"¡NUNCA DIGAS SU NOMBRE!" Gritando, el Viento del Norte salió impetuosamente de su cueva.
Se azotó alrededor del pico a cien millas por hora. ¿Mamá llamaba ‘padre’ a este monstruo? Impresionada, Cassie observó los peñascos salir volando de la pendiente en una lluvia de granizo y hielo. Uno de sus tíos gemía mientras los restos de desechos golpeaban la ladera de la montaña en una columna creciente de nubes de polvo y hielo. La colisión provocó otros desprendimientos de rocas.

Mucho más abajo, oyó el rugido un dragón mientras las avalanchas caían en cascada. Por un instante, al oír al dragón, el Viento del Norte se desaceleró. Esta era su oportunidad. Ella pensó en la corrida fuera de la estación de su madre para proteger a su bebé y a su esposo.
Si mamá podía hacerle frente por el bien de su familia, entonces también lo podía hacer Cassie. Ella puso las manos como un megáfono.
"¡Tienes que llevarme al este del sol y al oeste de la luna!"

"¡LÁRGATE!"

"Ahora sí que lo logró,” escuchó susurrar a uno de los vientos.

El granizo le golpeó la piel. Gimiendo, los vientos se apiñaban a su alrededor, suspendidos junto a la montaña. Ella se cubrió la cara.
"¡Basta!" gritó Cassie.

"¡DÉJAME TRANQUILO!"

"¡Y un infierno que lo haré!" le respondió ella a gritos. "¡Tienes que ayudarme!"

"¡DÉJAME CON MI MISERIA!" machacando ruidosamente contra la montaña, el Viento del Norte se sumergió en su cueva. Un glaciar se agrietó. Tronando, se deslizó hacia abajo por la montaña.

"Empújenme más cerca,” le dijo Cassie a los vientos.

"No creo que sea una buena idea," dijo el viento del Este.

Las nubes la envolvieron y se engrosaron a grises.
"Oh, no, gatita, no,” dijo el Viento del Sur. La montaña se perdió de vista. "No nos pidas esto."

"Como un favor a Gail," rogó Cassie.

En la respiración temblorosa de los vientos, ella se levantó hacia la apertura de la cueva. Más cerca, el resistente viento se incrementó. Sintió una contracción, como si el bebé estuviera protestando. Cassie gritó: "¡Soy tu nieta!"

Abruptamente, el Viento del Norte se desinfló. Cassie salió disparada dentro de la cueva. Ella pedaleó para hacer pie y los dedos del pie rozaron las rocas. Cayó como un frágil pájaro. Con cuidado, se enderezó. En la esquina de la cueva, vio una mancha oscura de nubes arremolinadas.
Era él—se le aceleró la respiración—su abuelo, el secuestrador de su mamá, quien había sido responsable del encarcelamiento de su madre e, indirectamente, del destino de Oso.
Comenzó a sentir que un viejo rencor se construía en su interior, y se aferró a ello.
"Hola, abuelo."

Los otros vientos salieron a toda prisa de la cueva.

"Vienes a torturarme en mi congoja,” dijo él.

"¡Tu congoja! ¡En toda mi vida no tuve una madre!"

Se le acumuló viento alrededor de los pies y le pasó a través del cabello. “Oh, mi pobre y dulce Gail. Una pérdida para el mundo. ¡Una Pérdida!”

Estaba tan atrapado en su propia auto-lástima que ni siquiera sabía que su hija había sido rescatada.
"Ella está en casa."

“¡Mientes!” Rugió él—el aire atravesó la cueva, y algunas rocas se desplomaron. Presionándose dentro de una hendidura en la pared de la cueva, Cassie protegió su estómago del viento. El cabello le azotaba el cuello y la falda se levantaba en sus piernas. Cerró los ojos con fuerza hasta que el aullido decayó a sollozos.

Le latía la cabeza, y oídos le sonaban. Sacudió la cabeza, y algunas rocas cayeron de su pelo.
"Mientras estabas ocupado sintiendo lástima de ti mismo, mi esposo sacrificó su libertad para salvar a tu hija. ¡Él está atrapado en el castillo troll justo ahora! Y es tu culpa. Todo comenzó contigo. Eres el peor padre—"

Él se quejó. "Niña cruel. Déjame en paz," imploró él. "Por favor."

La grava se deslizó, y el aire frío le pinchó los brazos.
"No, abuelo," dijo ella. "No lo haré." Sintió que el estómago se le contraía de nuevo, y se dobló hacia adelante. El Viento del Norte aulló, pero esta vez, fue una tormenta corta.
Arremetida en la hendidura de roca, Cassie esperó hasta que tanto la contracción y como los vientos disminuyeran.
"Toda mi vida pensé que mi madre estaba muerta," dijo ella. "Mi madre se convirtió en una extraña para mí por tu culpa."

“Por favor,” rogó él. "Detente.”

Cassie abrazó su estómago. Ella sería un buen tutor, mejor que el Viento del Norte, mejor que la hija del Viento del Norte, mejor que papá. Ella se aseguraría de que su bebé no creciera con la falta de un padre.
"Lo bueno es que no aprendí acerca de la familia de ti."

"¡Amo a mi hija!"

Una vez más, sintió que se le apretaba el estómago, enviando estremecimientos por sus piernas. Apoyándose en la pared de la cueva, contuvo la respiración.
"¿La amabas lo suficiente como para respetar sus deseos, o la arrojaste de la faz de la Tierra por dejarte? Si realmente la amabas, la habrías dejado elegir su propia vida."

Él sollozó. "¿Por qué me haces esto?"

"Se lo debes,” dijo Cassie rotundamente.
"Me lo debes. Llévame al este del sol y al oeste de la luna."

"Nieta. . ."

Con más suavidad, Cassie le dijo al Viento del Norte, "No es demasiado tarde para hacer lo correcto. Por favor, abuelo, llévame allí."
No agregó, ‘antes de que sea demasiado tarde’.

Él la golpeó con vientos huracanados.

FIN DEL CAPTULO.
Traducido x Clo
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