lunes, 11 de octubre de 2010

ICE CAPITULO 17

Capitulo 17

Latitud 87 ° 58 '23 "N
Longitud 150 ° 05 '12 "W
Altura de 8 pies

EL MUNDO SE DERRUMBÓ.

Como un dios enojado, el viento castigó al hielo. Desgarró el océano hasta abrirlo, y lo cerró de golpe. Las placas de hielo se montaron unas sobre las otras, sobresaliendo en el negro cielo. El hielo gritó.


Ella se acurrucó dentro de su frágil capullo. Negro en la noche falsa, su mundo se había reducido a seis pies por dos. El hielo debajo se sacudió. Apretando los dientes, se abrazó en una bola, como si eso fuera a mantener el hielo junto.

Oyó estruendosos rechinamientos como si la tierra estuviera siendo exprimida. El corazón le latía en la garganta. El sudor frío le enfriaba la carne. En cualquier momento, el hielo podría dividirse y ella podría caer dentro del océano. Podría desaparecer sin dejar rastro. Papá, Gail, Abue. . . nunca sabrían lo que le había sucedido.


El viento se estrelló contra su saco de dormir. Ella se deslizó en un círculo alrededor del único tornillo de hielo. En el sentido de las agujas del reloj, con el tornillo. Cassie rodó en el interior del saco de dormir. Se aferró a los costados de nylon. Como la vela de un barquito en la plancha, el nylon se agitó. El viento azotaba debajo de ella, y Cassie rebotó sobre el hielo. Al caer duro, se golpeó el codo, luego la rodilla, después la cadera.

Un grito de Banshee (*) y el viento cambió. Ella se deslizó de nuevo. En contra de las agujas del reloj, aflojando el tornillo. Dio un alarido silencioso. Empujó contra los confines de la bolsa de dormir. "¡Déjame salir de aquí! ¡Por favor, déjame salir!" Chillando, se puso a llorar.


Dentro de la prisión, Cassie fue lanzada hacia atrás y adelante, haciéndose moretones cada vez que rodaba. Afuera, la tormenta estaba en ebullición.


Segundos, minutos, horas más tarde, la tormenta aullaba hacia el norte, el hielo quedó en silencio y el aire estuvo lleno de nieve. Cassie, anudada dentro de su saco de dormir, gimió.

* * * * *

De a ratos, durmió. Soñó que estaba enterrada en el hielo. Que trolls de siete pies de alto perseguían a Oso, y ella no podía moverse. Gritó, pero su garganta no funcionaba. Un troll tocó a Oso, y éste se disolvió. Gritó de nuevo, sin sonido, y el troll se volvió hacia ella. Su rostro era una máscara grotesca de sombras que se movían. Se despertó gritando en la oscuridad y empapada en sudor.


¡Fuera! ¡Tenía que salir! Cassie buscó a tientas la cremallera de la bolsa de dormir. No podía respirar. No podía pensar. ¡Fuera, fuera, fuera! El frío fluyó dentro, mientras ella se retorcía hacia fuera.


Gateó dentro de la surrealista blancura. No podía ver nada: Ningún color, ninguna sombra, ni la tierra, ni el cielo. "¡Ayúdenme! ¡Alguien! ¡Cualquiera!" Llamó.


Rodeada por la falsa noche blanca, estaba completamente sola. Cassie sentía su entorno. Encontró la cinta que había utilizado para atarse a la mochila. Sacudió el hielo fuera y tiró la mochila hacia ella. Por lo menos no la había perdido en la tormenta. La abrazó como si fuera un oso de peluche, mientras la nieve se filtraba en su vellón.


Fue el frío que le goteaba por el cuello, más que cualquier otra cosa, lo que la convenció de todavía estar viva. Sus instintos de supervivencia la golpearon cuando comenzó a temblar, y se arrastró hacia el interior de su saco de dormir.


Se quedó allí durante varias horas, imaginando que sus articulaciones se bloqueaban y los músculos se ponían rígidos como un cadáver en rigor mortis. Se imaginó convirtiéndose en la escultura que el oso había tallado. . . . Cerró los ojos, y pudo ver a Oso llevándola por la manga al centro del jardín, y ella siguiéndolo, riendo, hasta que vio lo que él quería mostrarle: la escultura de ella. La había tallado para ella, un regalo tardío de cumpleaños. Tallada de memoria, una imagen perfecta. Dijo que era el corazón del jardín. Y él procedió con una serenata. Artista era, cantante no. Recordó cómo había reído y sintió ganas de llorar.


La había amado, ¿no?


¿Importaba ya si lo había hecho? La escultura había desaparecido. Oso se había ido.


"Ya basta," dijo en voz alta. La mataría, el frío, el hambre, el agotamiento, sus propios pensamientos. Se sentía como si la tormenta se hubiera filtrado dentro de ella y ahora estuviera luchando en su cerebro, su corazón, su todo.


Con esfuerzo, empujó sus pensamientos lejos, yació en su silenciosa prisión y escuchó a su corazón latiendo como el sonido de pasos constantes que siempre estaban a la misma distancia.


Perdió la noción del tiempo. En algún momento, su vejiga le exigió salir. Salió a la luminosidad de la nieve. La nieve le escupió la cara. La visibilidad seguía siendo cero. Ni siquiera podía verse los pies. Tanteó el camino hasta el final de la bolsa de dormir y se agachó debajo de su parka. No se atrevió a ir más lejos que un pie de la bolsa de dormir. Casi podía escuchar la voz de papá diciéndole que era demasiado peligroso moverse en la luminosidad de la nieve. Había oído historias de personas que se habían perdido en cinco pies de distancia de su tienda, y dentro de la sólida blancura y ella lo creía.


Después de arrastrarse nuevamente en su saco de dormir, se quedó escuchando el viento. Se pregunta acerca de Oso. ¿Cómo lo estaba pasando en el castillo troll? ¿Qué le estaban haciendo los troll? Gail había gritado durante sus pesadillas de su tiempo allí.


Él había arriesgado tanto para casarse con ella. Ella de seguro le había importado. Cassie pensó en la manera en que solían hablar hasta altas horas de la noche, hasta que ambos se estaban quedando dormidos a mitad de las frases. Pensó en cómo habían trabajado lado a lado en sus mapas y números, elaborando las mejores rutas de patrullaje. Pensó en cómo la había abrazado en la noche, acariciándole el pelo, y susurrándole. Y ahora estaba atrapado al igual que lo había estado su madre, porque ella había encendido una única linterna.


Horas más tarde, revisó las condiciones de nuevo. De alguna manera, eran mejores. La nieve había disminuido lo suficiente para poder ver el borroso rojo de su mochila, aunque todavía no podía ver por completo su saco de dormir. De la cintura hacia abajo, la bolsa desaparecía en el blanco como si fuera una aparición. De alguna manera, sin embargo, las condiciones eran peores: la nieve más fina también reflejaba más el sol. El resplandor blanco lastimaba, y parpadeó para contener las lágrimas. Sus ojos se sentían atravesados por la arena—el primer síntoma de la ceguera por nieve.


Se arrastró hacia adentro de nuevo. Admítelo, pensó, tu plan ha fracasado. Max no la había rescatado, a pesar de todos los osos polares. De seguro él no iba a venir ahora, cuando estaba perdida en la luminosidad de la nieve. Él le había fallado. Papá le había fallado—al igual que le había fallado a Gail. Y al igual que Oso le había fallado a ella, abandonándola una milla al norte del Polo Norte. Ó como ella le había fallado a Oso, traicionando su confianza después de que él le hubiera implorado que nunca lo mirara.


La mirada en sus ojos. . .


Ella tenía que escapar del hielo. Pero no había escape.


La tierra más cercana era la isla Ward Hunt en el 83° N y 75 ° W. Demasiadas millas, susurró su mente. Demasiados kilómetros y muy poca comida. Todas las posibilidades le pasaban por la mente: la inanición, la deshidratación, la congelación, el ahogamiento. Acurrucándose en una bola, se abrazó a si misma. "Oh, Oso,” susurró, " Lo siento." Las horas pasaron.

FIN DEL CAPITULO.

Traducido por Clo.

(*) Banshees: son los espíritus que gimen y lloran anunciando la muerte.

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Bueno nenas, parece que Cassie se nos queda nomás. Urge formar un equipo de rescate para el Osito...mmm, Rania, descartada por enfermedad, pero cuenten conmigo ;) jajajaja.
•·.·•✿ BIENVENIDAS AL BLOG NENAS in LovE✿•·.·•