jueves, 11 de febrero de 2010

Bloom Capitulo 8

BLOOM

Por Elizabeth Scott

Capitulo 8

Dave me saluda con un rápido beso y una ancha sonrisa. “Te ves estupenda,” dice.

“No es obra mía,” digo, señalando mi cabello.

“Katie hizo todo el trabajo duro.”

“Tu cabello siempre se ve hermoso,” dice, apenas tocando las pequeñas hebras que de alguna manera Katie logró enrollar alrededor de mi rostro, y después le pregunta si ella también quiere ir al juego. “Podríamos llamar a Marcus, decirle que nos encuentre allí,” dice, y Katie quiere decir que sí, puedo decirlo, pero entonces niega con la cabeza.

“No puedo,” dice. “Papá está en casa en este momento, y no puedo dejarlo solo con Harold y Gerald por demasiado tiempo. Acaban de descubrir el regocijo de dejar caer su lagartija sobre el regazo de las personas así que…”

Ella se ríe y Dave ríe, y sólo hace algunos minutos yo también hubiera reído, salvo que ahora sé que no está bromeando. Ella tiene que ir a casa porque tiene que cuidar a sus hermanos. Su papá y mi papá deberían reunirse alguna vez. Apuesto que podrían compartir consejos de cómo ignorar mejor a sus niños.

“Hablaré contigo más tarde,” le digo, y le doy un rápido abrazo. “¿Quieres que vaya contigo?” susurro. “Podría ayudar.”

Ella me empuja y niega con la cabeza. “Pásala lindo,” me dice. “Te veré mañana.”

Saluda a Dave y se dirige hacia su coche.

“¿Estás lista?” pregunta Dave, y se inclina hacia mi, dándome otro beso rápido. Miro su hermoso rostro y siento sus labios rozar los míos, y es lindo, realmente lo es. Casi todas las chicas que conozco—y ¡caramba!, probablemente alguno de los chicos—amarían estar exactamente donde estoy justo ahora.

“Sip,” digo, y si es tan lindo y soy tan afortunada, entonces ¿por qué no me siento más feliz?

El juego de básquetbol de John está teniendo lugar en la preparatoria. Normalmente todos los juegos de la liga juvenil de básquetbol son en el centro de entrenamiento, así que es una gran cosa. Dave me dice lo entusiasmado que está John, cómo ha estado practicando extra todos los días.

“Muy pronto tendrá que empezar a prepararse para el campamento de entrenamiento de verano,” dice él. “Estoy pensando en ayudar este año. Tú podrías hacerlo conmigo, si quisieras.” Me sonríe, tan dulce, y sé que una buena novia lo haría, pero la idea de pasar mi verano deambulando allí fuera observando a los niños correr simplemente no es lo mío.

“Apuesto que tu mamá realmente quiere ayudar.”

“Ella lo quiere, pero sé que amaría que tú también lo quisieras. Y te daría una oportunidad de pasar más tiempo con ella. Ella realmente te aprecia, Lauren. Ella dijo el otro día que piensa en ti como familia.”

“¿En serio?” digo, y cuando él asiente pongo mi mano encima de la de él sobre la palanca de cambio. Mi propia madre no podía ser molestada para quedarse, pero la mamá de Dave pensaba en mí como familia. Y como Dave, ella nunca diría algo como eso si no lo creyera. “Tal vez yo---”

Dave saca su mano de debajo de la mía, presiona un beso rápido en mis dedos, y luego los regresa a mi regazo. “Tengo que prestar atención al tráfico,” dice con una sonrisa, y no termino mi frase porque no sólo sería un verano entero de observar a niñitos. Sería un verano de hacer eso y siempre tener a Dave manteniendo distancia entre nosotros.

Le pregunto si tendrá que ser el entrenador del equipo de John. Dice, “tal vez”, y se lanza en una complicada explicación de cómo son elegidos los entrenadores. Miro por la ventana. Ahora está oscuro, y no puedo ver nada salvo las luces de los autos que pasan.

Pienso en llamar a papá y decirle donde estoy, pero sólo obtendré su voz en el buzón de mensajes y además, estaré en casa antes que él. El partido de John terminará a las 8.30, y Dave me dejará antes de ir a ver a John y a sus padres para tomar un helado. Es lo que siempre hacen. Tradición familiar, lo llama su mamá.

La primera vez que fui a la casa de Dave, no pude superar los estantes de premios. Estaban en todas partes; llenando el living comedor, alineados en el pasillo acurrucados con fotos enmarcadas de Dave y John sonriendo con sus padres. Nunca había visto nada como eso. Cuando llegué a casa, no me molesté en encontrar ningún premio—lo más cerca que he estado a alguno de ésos, es un listón que obtuve por participar en la feria de ciencias cuando estaba en séptimo grado—pero sí intenté encontrar una foto de mí, papá y mamá juntos, enganchada con la idea de enmarcarla y tener algo como lo que Dave y su familia tenían.

La única foto que pude encontrar fue tomada cuando tenía más ó menos dos años. Papá me estaba sosteniendo, y ambos estábamos sonriéndole a la cámara. Desafortunadamente, no podía vernos en realidad porque la foto no había salido bien, borrosa por un dedo manchando el lente. Mi mamá tomó la foto—puedes ver el brillo de su anillo de bodas—y ese dedo, esa fantasmagórica imagen borrosa, es lo más cercano que tengo a una foto familiar, a un momento en donde los tres estábamos juntos.

Cuando Dave y yo entramos al gimnasio, está atestado, lleno de padres sonriéndoles a sus niños y charlando los unos con los otros. Esto va a sonar loco, pero simplemente amo ver todas las mamás y papás tan entusiasmados por sus niños, tan interesados en verlos hacer algo, aun si es la liga juvenil de basketbol. Veo a John calentando con su equipo y nos saluda.

Los padres de Dave están allí, por supuesto, y nos sentamos detrás de ellos. Me preguntan cómo está yendo la escuela y parecen sinceramente interesados en mi respuesta. Al principio, cuando Dave y yo recién empezábamos a salir, me imaginaba que tenía que haber algo mal con su familia, pensaba que tal vez detrás de toda esa unión y orgullo sobre todo lo que hacían Dave y John había algo más. Y hasta tuve esta idea de que Dave me diría que en realidad odiaba los deportes y quería ser, no lo se, un artista ó algo así. Pero Dave en verdad ama los deportes y sus padres son—bueno, tan perfectos como es él, básicamente. Ellos siempre están allí, siempre apoyando.

Cuando John erra un lanzamiento aplauden simplemente tan fuerte como cuando acierta uno, y aunque su equipo esté abajo por seis puntos en el medio tiempo, van y le dicen lo orgullosos que están de él.

“Tus padres son tan grandiosos,” le digo a Dave.

Él me sonríe. “Sabes, ellos piensan que tu también eres bastante grandiosa. Voy a ir a agarrar un refresco y decirle hola a John. ¿Quieres algo?”

Niego con la cabeza y lo observo dirigirse tribunas abajo. Todas mis conversaciones con Dave son así. Maravillosas. Amables. No en realidad acerca de algo. Dave y yo hablamos, con seguridad, pero en realidad no hablamos. En todo el tiempo que hemos estado saliendo, nunca le he contado acerca del abandono de mi mamá. Sólo le he dicho que mis padres ya no están casados. No he…no he querido contarle. Sé que sería comprensivo y dulce, pero también sabría la verdad.

Sabría que merece la pena dejarme.

Soy diferente cuando estoy con Dave. Mi vida es más simple, mejor, y soy una persona simpática, una persona con la que vale la pena quedarse. Soy alguien que realmente disfruta de lavar los platos con su mamá después de la cena de los domingos y que se sienta a su lado en la iglesia. Ésa persona es la que ama Dave. Y no es que no me guste quien soy cuando estoy con él. Amo la que soy cuando estoy con él. Soy la chica que tiene a Dave. Soy Lauren, la novia de Dave. Soy alguien mejor que Lauren Smith, quien nadie notó hasta que vino Dave.

La cuestión es, esa chica no soy yo y lo sé. Pero cuando estoy con él, siento que podría ser ella. Que si algo en mí fuera simplemente—no lo se, cambiado un poco ó algo así, aplacado—la gente pensaría en mi del modo que piensan en Dave, y todo siempre sería perfecto.

En el camino a casa, Dave me dice que está pensando en no intentar con una universidad grande después de todo sino en ir a una más pequeña. Una local. “He chequeado sus requisitos de admisión, y tú definitivamente podrías entrar. Y sólo están a unas horas de aquí, así que podríamos volver a casa todos los fin de semana.”

Porque necesito más tiempo traqueteando por mí misma alrededor de la casa, pienso. Pero no digo eso. Nunca le diría eso a Dave. En lugar de eso, digo, “pienso que suena perfecto para ti.”

“Sólo piénsalo,” dice Dave, y luego, “lo lamento. No quiero presionarte.”

“No lo haces,” Dave nunca me presiona para nada. Miro por la ventana. Puedo ver mi casa. Está oscura. Papá no está en casa todavía.

“Te amo,” dice cuando ha detenido el coche y me ha dado dos—siempre dos, nunca más—besos de buenas noches.

Salgo del coche y le doy un saludo de adiós. Pienso en lo que dijo, ésas dos palabras que estaba tan loca por escuchar de alguien, cualquiera, y fui lo suficientemente afortunada de escuchar de él. En realidad no suenan a nada.


FIN DEL CAPITULO.


Traducido por Clo



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