jueves, 7 de octubre de 2010

ICE CAP. 16

DIECISEIS

Latitud 88 ° 51 '42 "N
Longitud 151 ° 25 '50 "W
Altitud 10 metros


EN LO ALTO, EL CIELO ERA DEL AZUL MAS PALIDO, casi se reflejaba en el blanco hielo. No había ni un solo pájaro o avión. Cassie comprobó el GPS: 88 ° 51 '42 "N y 151 ° 25' 50" W. Durante cinco días, ella había caminado a través de las olas congeladas. Ya tendría que haber sido rescatada.

"Vamos, Max”, susurró mientras miraba de nuevo hacia el cielo. "Sálvame". Bajo sobre el horizonte, el sol permanente pinchaba las comisuras de sus ojos.


¿Por qué, el no venia?


El sol bajaba rodando por el horizonte mientras ella seguía adelante. El fulgor blanco de la tarde aumentó cuando el sol pasó hacia el sur. Cientos, quizá miles, de osos polares iban a paso lento detrás de ella. Sentía espinas en su columna vertebral, cada vez que pensaba en ellos, eran sombras blancas en silencio. Su padre y su equipo deberían haber notado la ausencia de tantos osos polares a estas alturas. Deberían haber enviado a Max en su avión a investigar. Tendrían que haber seguido las señales de los osos que andaban en cadena, y éstas deberían llevarla directamente a ella.


Por la noche, el sol estaba a su derecha. Los cristales de hielo brillaban en un halo alrededor del sol y parecían hojas de oro alrededor de Cassie. La niebla polvorienta cortaba la visibilidad aún más. Ella se esforzó a concentrarse en el hielo frente a ella. Pero aun con toda su concentración, tropezaba con ondas invisible congeladas. Ella no tenía la percepción de la profundidad en el resplandor de la blancura infinita.

Sus pestañas restantes eran carámbanos, enmarcando su visión del mundo. Sus cabellos se habían congelado las fosas nasales también. Ella exhalaba por la nariz para mantenerse caliente. Sus pantalones de Gore-Tex crujían mientras ella iba tropezando a lo largo del camino. Era el único sonido en el vacío además del resoplido de los osos.


Incluso si todas las antenas hubieran funcionado mal al mismo tiempo, alguien habría tenido que observar que cientos de osos habían desaparecido. Durante kilómetros, los campos de hielo estaban congestionados con los osos, sin embargo, en cinco días, ella no había escuchado un solo motor de la estación de investigación del mar oriental del mar de Beaufort o de cualquier otro lugar.


Tal vez porque todos pensaban que era un mal funcionamiento del equipo. Ninguna Estación correría el riesgo de mandar a una avioneta tan lejos hacia el norte por un mal funcionamiento del equipo. Y ninguno de ellos admitiría ante los otros que habían perdido el rastro de muchos osos. Pasarían semanas antes de que su padre se tragara su orgullo para ponerse en contacto con el NPI. Pero ella sólo tenía una ración como para una semana de alimentos y ella ya había usado cinco días de estos. Si estiraba los paquetes de alimentos y cortaba sus raciones a la mitad… podría tener como para cuatro, cinco a lo sumo.

Maldita sea, papá debería saberlo mejor, pensó. Él sabía sobre los munaqsri. Él sabía que lo imposible podía suceder. Pero si papá no enviaba un avión pronto. . . Ella aspiró el aire y el aire quemaba. Tenía que mantener una actitud positiva. Alguien tenía que venir.

Excursionó por dos días más antes de llegar a la cordillera Lomonosov. Todavía ningún Max. Todavía ningún avión. Todavía ningún rescate. Acampó a la sombra de los monolitos de hielo, de las torres inclinadas y pináculos caídos en medio del hielo, y comió una cena de media ración.


En la mañana, Cassie se arrastró fuera de su bolsa de dormir mientras el estómago le llevaba a la fuerza la cena de la noche anterior hacia la garganta. Se llevó las manos a la boca. No podía perder los nutrientes. Algunos pedazos le brotaron entre los dedos. Calientes, los trozos de harina de avena humearon sobre el hielo. Tragó saliva y apretó los dientes. Mantenlo dentro, se dijo. Vamos, aguántalo.


Su cuerpo nunca había trabajado en su contra antes. Se sentía como si estuviera siendo saboteada desde el interior. Tragó de regreso la bilis y palmeó la nieve suelta en su frente. Con un bebé creciendo dentro de ella, necesitaría más comida, no menos. Podría tener aún menos tiempo de lo que había pensado. ¿Cómo Oso podía haberle hecho esto?


Temblorosa, se puso de pie. Miró a través del desierto de hielo. Lo brillante de la luz de la mañana le hacía aguar los ojos al mirar. El cielo era de un azul sorprendente, y el horizonte era amarillo limón. Se limpió las manos en los pantalones y a continuación encontró los guantes. Sus manos se habían enfriado rápido. Tenía la boca pegajosa y la cabeza ligera. Expuestas al aire helado, sus mejillas habían empezado a endurecerse. Las calentó con los guantes antes de ponerse máscara facial sólida para el hielo. Los osos polares, notó, habían regresado. La observaban inexpresivos. Se dijo a si misma que siguiera ignorándolos.


Metió el saco de dormir en la mochila. Crujió, y pudo sentir trozos de hielo en la pluma. Hubiera querido tener un poco del calor mágico de Oso. Se acordaba de todos los paseos por el hielo. Ella había sido capaz de dejar la capucha hacia atrás y el abrigo abierto, y el viento ártico se había sentido como una brisa de verano en su cara. Recordaba las peleas con bolas de nieve en el salón de baile del castillo, donde había utilizado sus propias manos sin sentir nada de frío—Basta, se dijo. Tenía que concentrarse en sobrevivir. Mantente concentrada. Sé fuerte. Sigue en movimiento. Cuanto más al sur fuera, mayores serían las posibilidades de que Max la encontrara. Después de eso, podría pensar en Oso.


Cassie levantó la mochila en sus hombros lastimados y sujetó la correa de la cintura. Hoy tenía que escoger su ruta con cuidado. El hielo alrededor de ella estaba destrozado. Podía oír el quejido bajo de las mareas muy por debajo de ella. Escogiendo una piedra de hielo, Cassie la trepó. En la parte superior, escaneó el paisaje. El hielo no mejoraba en por lo menos diez kilómetros. Automáticamente frunció la cara para prevenir la congelación mientras comprobaba el cielo. Las nubes empezaban a estropear el azul brillante. Las nubes reflejaban el irregular hielo debajo: blanco brillante sobre grueso hielo y gris encima de las capas delgadas.


Comprobó el horizonte, y se le enfrió el corazón. El viento la golpeaba, pero ella no se movía. Entrecerrando los ojos, miró fijo una mancha oscura a lo lejos. ¿Eso era?. . . Sí, sí, lo era.


Los vientos traían una tormenta.


Oh, no. Por favor, no.

Tal vez se desviaría. Quizás se equivocaba.


No creía que se estuviera equivocando.


No tenía más remedio que seguir adelante. Delgada nieve compacta conectaba los caminos entre los pilares de hielo. De a ratos, tuvo que caminar con dificultad a través de esto y confiar en que oiría el crujir del hielo debajo lo suficientemente rápido como para saltar a la seguridad. Trató de seguir el hielo al descubierto, escuchando los reveladores crujidos mientras el hielo latía debajo de ella. Se subió encima de un montón de escombros de hielo y miró de nuevo hacia el sur. Las nubes parecían una masa retorcida de moretones. La tormenta se avecinaba.


Se preguntó, mientras miraba a través del destrozado hielo, si estaba mirando su propia muerte. Recordaba la voz de la Abue: Con la fuerza de un millar de tormentas de nieve, el Viento del Norte se abalanzó sobre la casa que contenía a su hija, su marido y su bebé recién nacido. Ella podría ser barrida por los vientos de su madre.

Si hubiera tenido algún aviso de todo esto. . . la negociación de Oso la había dejado sola en el compacto hielo del Ártico. Él debería haber sabido que alguna tormenta la encontraría en algún punto de su recorrido. Si él hubiera encontrado una forma de aludir a la verdad. . . Podría haber encontrado una forma indirecta de advertirle. ¿Lo había intentado y ella había fallado en descubrirlo? A medida que caminaba por el hielo, reprodujo sus recuerdos—y con cada momento que revivió, lo extrañaba más, hasta que se sintió como una herida dolorosa.

Dos horas más tarde, el viento aullaba a través de la cordillera a presión, pateando la nieve en el aire. Partículas de hielo le llovían a cántaros. A cada paso, se limpiaba las gafas. Cassie intentó calcular la distancia que había caminado. La capa de hielo alrededor de su cuello le dificultaba mover la cabeza. No lo suficiente, pensó.


La golpearon más partículas de hielo, y se tambaleó hacia atrás. Con los brazos sobre el rostro, empujó a través del viento, lejos de las torres de hielo inclinado. Era tentador esconderse en el refugio de uno de los mamuts, pero el hielo alrededor de ellos era más débil. Necesitaba el material grueso si no quería terminar debajo de las olas. El viento que llevaba la nieve picaba como municiones. La visibilidad era baja. Cassie se tropezó con los escombros.

Golpeó el hielo plano. Inclinándose hacia el viento, lo cruzó lenta y laboriosamente. Se arrodilló y sacudió la nieve de la superficie para poder ver el hielo de la base. Verde-azul-marrón, parecía hielo antiguo y grueso. Por favor, que sea hielo antiguo y grueso. "Está llegando, muchachos," le gritó a los osos polares. "Mejor cerrar las escotillas." Le tembló la voz. Veía sólo media docena de siluetas de osos en los remolinos de nieve. Por favor, déjame sobrevivir a esto, pensó.


Luchando contra el viento, Cassie estableció su saco de dormir. Rigido por el hielo, no quería desenrollarse. Lo maldijo y lo aplanó con todo su peso corporal. Con manos doloridas, lo ató con las correas de repuesto a su mochila y lo ancló por completo con un tornillo de hielo.


Momentáneamente, el viento cesó, y vio la tormenta. Sonaba y se veía como una nube de abejas zumbando. "Oh, Oso,” susurró, "¿Cómo pudiste hacerme esto?"


La masa en ebullición desapareció detrás de una pared de fragmentos de hielo blanco. Cassie se contoneó en su saco de dormir. Aseguró las cremalleras. Cada vez más cerca, la tormenta rugía como un 747. Cassie oró, y la tormenta golpeó.

FIN DEL CAPITULO.

Traducido por Rania y Clo.

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Mil perdones por la demora nenas.

Yo esperaba al osito, pero parece que le va a costar llegar hasta él guaaaaaa. ¿Y si cuando lo encuentra después de tanto caminar por la nieve, el osito está con Chapii??? Ahh que lío, jajajaja.

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