domingo, 30 de enero de 2011

The DUFF de Kody Kepling

•·.·•✿Hola Nenas Belikov✿•·.·•
Es una una historia picante con una pareja muy divertida con matices MUY distintos…Ella no cree en el amor y no le importa ser diferente a sus amigas. El un cínico, mujeriego y para males muy dulce…Pero un total Prostituto…jum!
Huyyyy pero cuidado este libro me lo he leido de las 11 de la noche de sabado y lo he terminado a las casi 5 a.m. TERRIBLEMENTE ADICTIVO MAS Q EL CHOCOLATE...Con eso las dejo es un libro CRUDO, matado de risa, nada de la tipica historia....Ahh! Me enamore del guapo y misterioso...bla bla bla...Noooo esta historia es REALISIMA ES UN BUENISIMO LIBRO PARA AHORA DOMINGO!!!!!




Sinopsis:

De diecisiete años, Bianca Piper es cínica y leal, y no cree que sea la más bonita de sus amigas ni por poco. Ella es demasiado lista para caer en los encantos del mujeriego, baboso y atractivo Wesley Rush. De hecho, Bianca le odia. Y cuando él la apoda Duffy, ella le tira su Coca-cola en la cara.Pero las cosas no están tan bien en casa ahora. Desesperada por un distracción, Bianca termina besando a Wesley. Y le gusta. Ansiosa por escapar, se lanza a una relación enemigos-con-beneficios con Wesley. Hasta que todo sale horriblemente mal. Resulta que Wesley no es tan malo escuchando, y su vida es bastante jodida también. De repente, Bianca se da cuenta con absoluto horror de que se siente atraída por el chico que ella creía odiaba a más que nadie.

Capitulo 1.

Esto se estaba volviendo común.Una vez más, Casey y Jessica estaban volviéndose completamente tontas, moviendo sus traseros como bailarinas en un video de rap. Pero creo que a los chicos les interesa esa mierda, ¿no? Sinceramente podía sentir mi IQ caer mientras me preguntaba por enésima vez esa noche, por qué me dejaba arrastrar aquí otra vez.Cada vez que veníamos al Nest, sucedía lo mismo. Casey y Jessica bailaban, coqueteaban, y atraían la atención de cada chico a la vista, y finalmente eran sacadas de la fiesta por su mejor amiga protectora ―yo― antes de alguno de esos chicos calentones pudiera aprovecharse de ellas. Mientras tanto, me sentaba en el bar toda la noche hablando con Joe ―un mesero de treinta años― sobre “los problemas con los chicos estos días.”Me imaginaba que Joe podría ofenderse si le decía que uno de los grandes problemas era este maldito lugar. El Nest, que solía ser un bar de verdad, había sido convertido en salón para adolescentes hace tres años. La barra de roble desvencijada seguía en pie, pero Joe solo servía productos Coca-cola mientras los chicos bailaban y escuchaban música en vivo. Odiaba este lugar por la simple razón de que hacía que mis amigas, que podrían ser un poco sensibles la mayor parte del tiempo, actuaran como idiotas. Pero en su defensa, ella no eran las únicas. La mitad de la secundaria Hamilton se presentaba los fines de semana, y nadie dejaba el club sin su dignidad intacta.Quiero decir, en serio, ¿dónde estaba la diversión en todo esto? ¿Querer bailar la misma música tecno pesada semana tras semana? ¡Seguro! Entonces quizás coquetearía con un sudoroso y ninfómano jugador de futbol. Quizás tendríamos discusiones significativas sobre política y filosofía mientras bailábamos . Ugh. Sí, claro.Casey se dejó caer en el taburete junto al mío. ―Deberías venir a bailar con nosotras, B, ― dijo, casi sin aliento por estar bailando. ―Es muy divertido.―Claro que lo es. ― murmuré.―¡Oh, Dios Mío! ― Jessica se sentó a mi otro lado, su cola de cabello de color rubio-miel balanceándose contra su hombro. ―¿Vieron eso? ¡Harrison Carlyle me estaba coqueteando¡ ¿Vieron eso? ¡OhDiosMío!Casey rodó los ojos. ―Él te preguntó donde conseguiste los zapatos, Jess. Es totalmente gay.―Es demasiado lindo para ser gay.Casey la ignoró, recorriendo sus dedos detrás de su oreja, como si arreglara hebras invisibles. Era un hábito adquirido antes de que se hubiera cortado el cabello en su actual corte vanguardista estilo duendecillo rubio. ―B, deberías bailar con nosotras. Te trajimos aquí para pasar tiempo contigo, no para entretener a Joe― le guiñó un ojo al mesero, probablemente esperando recibir algunas bebidas gratis. ―Pero somos tus amigas. Deberías venir a bailar. ¿Debería hacerlo, Jess?―Totalmente― agregó Jessica mirando a Harrison Carlyle, que se sentó en un taburete al otro lado del salón. Se detuvo y giró de vuelta hacia nosotras- ―Espera, ¿qué? No estaba escuchando.―Luces muy aburrida aquí, B. Quiero que también te diviertas.―Estoy bien― mentí. ―Estoy teniendo un gran momento. Sabes que no puedo bailar. Estaría en tu camino. Vayan… salten o lo que sea. Estaré bien aquí.Casey estrechó sus ojos color avellana hacia mí. ―¿Estás segura? ― preguntó.―Positivo.Frunció el ceño, pero después de un segundo se encogió de hombros y agarró a Jessica por la muñeca, caminando hacia la pista de baile. ―¡Santa mierda! ― lloró Jessica. ―¡Despacio, Case! Me vas a arrancar el brazo. ― Entonces hicieron su feliz camino hacia la mitad de la habitación, ya sincronizando el balanceo de sus caderas con la pulsante música tecno.―¿Por qué no les dices que eres miserable? ― preguntó Joe, poniendo un vaso de Cherry Coke frente a mí.―No soy miserable.―Tampoco eres una buena mentirosa― replicó antes de que un grupo de primer año empezara a gritar por bebidas al otro lado del bar.Di un sorbo a mi Cherry Coke, mirando el reloj al otro lado del bar. El segundero parecía estar congelado, y recé porque la maldita cosa estuviera rota o algo. No podría pedirle a Casey y Jessica irse antes de las once. Más temprano me convertiría en una aguafiestas. Pero de acuerdo con el reloj no eran ni siquiera las nueve, y ya podía sentir mi migraña de música-tecno aumentar, solo hecha peor por la pulsante luz estroboscópica. ¡Muévete, segundero! ¡Muévete!―Hola aquí.Rodé mis ojos y giré para mirar al intruso no deseado. Esto sucedía solo una vez. Algún chico, usualmente colocado u oliendo a secreciones corporales, tomaría un asiento a mi lado y haría un medio intento de hablar. Claramente ellos no habían heredado el gen observador, porque la expresión en mi cara hacía malditamente obvio que no estaba de ánimo para ser abordada.Sorprendentemente, el chico que había tomado el asiento a mi lado no olía a cigarrillo o sudor. De hecho, debió haber sido colonia lo que olí en el aire. Pero mi disgusto solo aumentó cuando me di cuenta de a quién pertenecía la colonia. Hubiera preferido el colocado con cabeza-difusa.Wesley. Jodido. Rush.―¿Qué quieres? ― pregunté, ni siquiera preocupándome por ser gentil.―¿No estás en el modo amigable? ― preguntó Wesley sarcásticamente. ―En realidad, vengo a hablar contigo.―Bien, eso apesta para ti. No estoy hablando con gente esta noche― sorbí mi bebida sonoramente, esperando que tomara la no-tan-sutil sugerencia para irse. No tuve tanta suerte. Podía sentir sus ojos gris oscuro arrastrándose sobre mí. Él incluso no podía pretender estar mirándome a los ojos, ¿no? ¡Ugh!―Vamos― bromó Wesley. ―No hay necesidad de ser tan fría.―Déjame en paz― siseé a través de mis dientes apretados. ―Ve a demostrar tu acto de encantamiento con alguna zorra con baja autoestima porque no voy a caer en eso.―Oh, no estoy interesado en zorras― dijo. ―Ese no es mi asunto.Bufé. ―Cualquier chica que te diera la hora, Wesley, es definitivamente una zorra. Nadie con gusto o clase o dignidad podría encontrarte atractivo.Bien. Esa era una pequeña mentira.Wesley Rush era el más desagradable mujeriego y playboy que oscurecía las puertas de la secundaria Hamilton… pero era algo así como atracrivo. Quizás si pudieras ponerlo en silencio… y cortarle las manos… quizás ―solo quizás― sería entonces tolerable. De otra manera, era un pedazo de mierda. Mierda muy atractiva.―Y tú tienes gusto y clase y dignidad, ¿asumo? ― preguntó, sonriendo.―Sí.―Eso es una lástima.―¿Este es tu intento de coquetear? ― pregunté. ―Sí lo es, estás fallando. Épicamente.Él rio. ―Nunca fallo en coquetear― Llevó sus dedos a su cabello oscuro y rizado y ajustó su pequeña, ladeada y arrogante sonrisa. ―Solo estoy siendo amigable. Tratando de tener una buena conversación.―Lo siento. No estoy interesada― me giré y tomé otro sorbo de mi Cherry Coke. Pero él no se movió. Ni siquiera una pulgada. ―Puedes irte ahora― dije con fuerza.Wesley suspiró. ―Bien. Estás siendo realmente poco cooperativa, sabes. Así que supongo que seré honesto contigo. Te lo pongo así: eres muy lista, y más obstinada que la mayoría de las chicas con las que hablo. Pero estoy aquí por un poco más que conversación ingeniosa. ―Movió su atención a la pista de baile. ―Realmente necesito tu ayuda. Ya ves, tus amigas son atractivas. Y tú, querida, eres la Duff.―¿Es esa una palabra?― Designada. Amiga. Gorda. Fea , ― aclaró. ―Sin ofender, pero esa eres tú.―¡No soy la―!―Hey, no te vuelvas defensiva. No es como si fueras un ogro o algo así, pero en comparación… ―Se encogió de hombros. ―Piensa sobre eso. ¿Por qué te traen aquí si no bailas? ― Tenía el descaro de palmear mi rodilla, como si estuviera tratando de reconfortarme. Me alejé de él, y sus dedos se movieron suavemente a quitar los rizos de su cara. ―Mira, ―dijo― tienes amigas atractivas… realmente atractivas. ― Se detuvo, mirando la acción en la pista de baile por un momento, antes de mirarme de nuevo. ―El punto es, los científicos han probado que cada grupo de amigas tiene un eslabón débil, una Duff. Y las chicas responden bien ante los chicos que se relacionan con las Duffs.―¿Los idiotas se llaman a sí mismos científicos ahora? Eso es nuevo para mí.―No seas amarga― dijo. ―Lo que estoy diciendo es que, las chicas como tus amigas encuentran sexi cuando los chicos demuestran sensibilidad y socializan con la Duff. Así que estoy hablando contigo ahora para poder doblar mis oportunidades de echar un polvo esta noche. Por favor ayúdame aquí, y solo pretende disfrutar de la conversación.Lo miré, asombrada, por un largo momento. La belleza de verdad estaba a flor de piel. Wesley Rush tenía un cuerpo de Dios Griego, pero su alma era tan negra y vacía como el interior de mi armario. ¡Qué bastardo!Con un movimiento rápido salté en mis pies y tiré el contenido de mi vaso en dirección a Wesley. La Coca-cola voló sobre él, estrellándose en su costoso polo blanco. Gotas de líquido rojo oscuro brillaron en sus mejillas y le dio color a su cabello café. Su cara brilló con furia, y su cincelada mandíbula se apretó con fuerza.―¿Por qué fue esto? ―chasqueó, limpiando su rostro con la parte posterior de su mano.―¿Por qué crees? ― rugí, apretando los puños a mis lados.―Honestamente, Duffy, no tengo idea.Las llamas del enojo ardieron en mis mejillas. ―Si piensas que permitiré que una de mis amigas se vaya de aquí contigo, Wesley, estás muy, muy equivocado. ― dije. ―Eres repugnante, superficial, mujeriego idiota, y espero que la soda manche tu camisa. ― Antes de marcharme, miré sobre mi hombro y agregué. ―Y mi nombre no es Duffy. Es Bianca. Hemos estado en la misma clase desde la escuela media, tú hijo de puta egocéntrico.Nunca pensé que diría eso, pero gracias a Dios la maldita música sonaba alto. Nadie a excepción de Joe se dio cuenta del pequeño episodio, y él probablemente encontró todo el asunto muy histérico. Tuve que abrirme camino a través de la pista de baile llena para encontrar a mis amigas. Cuando las alcancé, agarré a Casey y a Jessica por los codos y las arrastré hacia la salida.―¡Hey! ― protestó Jessica.―¿Qué va mal? ― preguntó Casey.―Estamos saliendo de aquí. ―dije, tirando de sus poco dispuestos cuerpos detrás de mí. ―Les explicaré en el auto. Solo no puedo quedarme en este infierno por un segundo más.―¿No puedo decir adiós a Harrison primero? ― gimoteó Jessica, tratando de perder mi agarre de su mano.―¡Jessica! ― giré mi cuello dolorosamente para mirar a Jessica. ―¡Él es gay! No tienes oportunidad, solo déjalo ya. Necesito salir de aquí. Por favor.Las llevé hacia el aparcamiento, donde el helado aire de enero azotó la piel desnuda de nuestras caras. Casey y Jessica se reunieron una a cada uno de mis lados. Deberían haberse dado cuenta de que sus outfits, que fueron hechos para estar sexis, no estaban equipados para sensaciones térmicas. Nos movimos a mi auto en una corrida, separándonos solo cuando llegamos a la defensa delantera. Pulsé el botón de desbloquear de mi control así podíamos montarnos sin demora a la cabina del Saturn ligeramente más cálida.Casey se recostó en el asiento delantero y dijo, a través de los dientes apretados. ―¿Por qué nos vamos tan temprano? B, solo son, como, las nueve y media.Jessica se acomodó en el asiento trasero con una vieja manta alrededor como un capullo. (Mi pedazo de mierda de calefacción raramente decidía funcionar, así que dejaba mantas en el suelo del auto).―Tuve una discusión con alguien― expliqué, girando la llave en el encendido con fuerza innecesaria. ―Le tiré mi Coca-cola, y no quería esperar su respuesta.―¿Quién? ― preguntó Casey.Había estado evitando esa pregunta porque sabía la reacción que obtendría ―Wesley Rush.Dos suspiros femeninos y atónitos siguieron mi respuesta.―Oh, vamos, ―dije con rabia ―Ese chico es un mujeriego. No lo soporto. El duerme con todo lo que se mueva, y su cerebro está localizado en sus pantalones, lo que significa que es microscópico.―Lo dudo― dijo Casey con otro suspiro. ―Dios, B, solo tú podrías encontrar algo malo en Wesley Rush.La miré mientras giraba mi cabeza a la parte trasera del aparcamiento. ―Es un imbécil.―Eso no es verdad. ― Intervino Jessica. ―Jeanine dijo que él habló con ella en una fiesta hace poco. Estaba con Vikki y Angela, y dijo que él solo vino y se sentó a su lado. Fue muy amistoso.Eso tenía sentido. Jeanine definitivamente era la Duff si salía con Angela y Vikki. Me pregunté cual de ella se fue con Wesley esa noche.―Él es encantador― dijo Casey. ―Solo estás siendo la Pequeña Señorita Cínica como es usual― me dio una cálida sonrisa a través de la cabina. ―¿Pero qué demonios hizo para que le tiraras la soda encima? ― Ahora ella sonaba interesada. Se tomó el tiempo suficiente. ―¿Te dijo algo, B?―No― mentí. ―No es nada. Solo me cabreó.Duff.La palabra rebotó en mi mente mientras conducía por la calle Quinta. No podía decirle a mis amigas sobre el maravilloso nuevo insulto que había agregado a mi lista de vocabulario, pero cuando me miré en el espejo retrovisor, recodé la afirmación de Wesley de que yo era poco atractiva. La perfecta figura en forma de reloj de arena de Jessica y sus ojos cafés cálidos. La perfecta complexión de Casey y sus piernas kilométricas. No podía compararme con ninguna de ellas.―Bueno, digo que vayamos a otra fiesta, ya que es demasiado temprano, ― sugirió Casey. ―Escuché sobre una en Oak Hill. Algunos chicos universitarios que están en casa por el descanso de Navidad y decidieron tener una gran fiesta. Angela me dijo sobre ella esta mañana. ¿Quieren ir?―¡Sip! ― Jessica se enderezó en la manta. ―¡Deberíamos ir! Fiestas de universidad tienen universitarios. ¿No será divertido, Bianca?Suspiré. ―No. No lo creo.―Oh, vamos― Casey llegó hasta mi mano y la apretó. ―Sin baile esta vez, ¿bueno? Y Jess y yo prometemos alejar a todos los chicos atractivos de ti, ya que claramente los odias― sonrió, tratando de llevarme a un buen ánimo.―No odio a los chicos atractivos― le dije. ―Solo a uno― después de un momento, suspiré y giré sobre la carretera, directo a la línea de condado. ―Bien, iremos. Pero las dos me compraran un helado después. Dos copas.―Hecho


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