Por Elizabeth Scott
Capitulo 11
Traducido por Clo
Evan no está en la escuela al día siguiente. Me doy cuenta en la mañana mientras Katie y yo estamos de pie junto a nuestros casilleros hablando con Marcus y Dave, porque no lo veo pasar, y cuando miro alrededor no lo veo por ningún lado. Me pregunto dónde está su casillero.
Probablemente esté en el extremo más lejano del vestíbulo junto a la puerta, donde se atascan con casilleros a todos los chicos nuevos, pero aún así. Desearía saberlo.
“¿A quién estás buscando?” Katie pregunta justo antes que suene el primer timbre. Mientras lo hace le digo, “Clara,” sonriendo ampliamente cuando ella me revolea ojos.
Dave dice que recibió mi mail cuando me acompaña a clase. “Realmente te voy a echar de menos este fin de semana,” dice, y me quedo allí de pie mirándolo, este grandioso chico quien no sólo es popular e inteligente sino en realidad muy amable, en verdad bueno en una forma que no sabía que la gente podía ser y me doy cuenta que no voy a extrañarlo en absoluto. Es horrible. Dave podría estar con cualquiera, y quiere estar conmigo. Conmigo. No entendía el porqué cuando empezamos a salir y, para ser honesta, todavía no lo hago. Nunca le he preguntado acerca de eso, sin embargo. Hay un montón de cosas de las que Dave y yo simplemente no hablamos.
“También te voy a echar de menos,” digo, y me da un beso rápido y luego me saluda con la mano mientras camina por el pasillo.
Me encuentro buscando a Ethan el resto del día, mirando a las personas mientras las paso en el corredor. Hasta me quedo por ahí en la cafetería mientras termina el almuerzo, pensando que quizás perciba un vislumbre de él.
No lo hago. Y no está en Historia del Mundo. Jack y sus amigos tienen que dar informes, y el período avanza lentamente. Sigo mirando la silla vacía de Ethan, preguntándome dónde está. Para el momento en que termina la clase, estoy de mal humor. Me encuentro con Katie, Marcus y Dave en el estacionamiento y nos dividimos en nuestros pequeños grupos de a dos. Veo a la gente pasar y mirarnos, y de repente estoy enferma de ello—enferma de la escuela, enferma de estar allí parada, enferma de todo. Sólo quiero ir a casa. Me aparto de Dave.
“¿Lauren?” dice, con preocupación en su voz, y pone un brazo alrededor de mi hombro. Se siente como un peso, presionándome hacia abajo.
“Estoy bien,” digo cortante, y comienzo a apartarme nuevamente, pero veo los ojos de Katie ampliarse y los de Marcus achicarse sólo un poco.
“Lo lamento,” digo, y ahora me oigo de la manera en que siempre lo hago alrededor de Dave—dulce y feliz. “Yo sólo—mi papá está siendo un asno. Averiguó acerca del suéter que adquirí en el centro comercial el mes pasado—Katie, ¿te acuerdas, el rosado?—y enloqueció totalmente. Recibí un mensaje de él en el último período diciéndome que no puedo ir a ningún lado este fin de semana.”
“¿Pero qué pasa con mañana?”. Pregunta Katie, y yo niego con la cabeza.
“Lo lamento.”
Katie se ve disgustada, hasta dolida, y – diablos. Me olvidé que había prometido ir a alguna fiesta con ella y Marcus, y ahora ella está enojada conmigo. Grandioso. Simplemente grandioso. A veces pienso que lo único que hago es fastidiarla.
“Lo lamento” mascullo nuevamente. Ella no se ve para nada más feliz.
“No te disgustes tanto,” me dice Dave, con el brazo alrededor de mi hombro acercándome. “Las cosas van a resolverse contigo y tu papá, y simplemente haremos algo especial el próximo fin de semana.” Sus ojos destellan, más azules que el cielo, y suena maravilloso, pero sé que algo especial para Dave me implica a mí y a su iglesia ó familia, lo cual es lo que hacemos todos los fines de semana. La última vez que salimos a una cita real fue—Dios, fue la fiesta, la fiesta, en la que pensé sin duda que nosotros habíamos terminado sólo que no lo habíamos hecho. La fiesta en donde Dave se abrió a mí, la fantasía de toda chica, y me quedé allí sentada descifrando qué hacer.
Aún pienso que no lo sé.
“Me tengo que ir,” dice él. “El entrenador me tiene en su nuevo cronograma de entrenamiento y es uno asesino.” Me da otro beso rápido antes de empezar a cruzar el estacionamiento.
“Entonces…” Marcus le dice a Katie, acercándola, “¿de qué tienes ganas ahora?” y por el tono de su voz puedo decir que ya se ha olvidado que yo estoy allí.
Katie, gracias a Dios no lo ha hecho. “Tengo que llevar a Lauren a su casa,” dice ella. Intento ignorar el modo en que “Lauren” suena cortado y enojado. “Y Harold y Gerald tienen que ser recogidos temprano hoy.”
“¿Esta noche?”
Katie niega con la cabeza. “Papá se fue anoche y tengo que llevar a Harold y a Gerald de compras para su fiesta porque mamá está demasiado ocupada.”
Eso suena un poco extraño porque Katie nunca habla de su mamá haciendo nada. En realidad, la última vez que vi a su mamá, ni siquiera la vi realmente. Ella estaba en su habitación, la puerta cerrada, y Katie llamó y dijo, “Estoy en casa.”
No hubo respuesta, y después de un momento Katie abrió la puerta, fue dentro, y la cerró antes que pudiera ver más que la habitación estaba oscura, con la única luz de un televisor titilando en el rincón. Cuando Katie regresó, tenía una bandeja llena de platos sucios y una sonrisa casi triste en su rostro. “Mamá dice hola,” dijo, en un susurro derrotado, y yo no dije nada. Ahora desearía haberlo hecho. Desearía no decepcionar siempre a Katie. Desearía ser una persona mejor.
“Puedo llamarte esta noche, ¿no?” Pregunta Marcus, y entonces la besa y ambos desaparecen el uno en el otro de la manera que todas las parejas lo hacen.
Miro a mis pies y trato de imaginar a Dave besándome así. En lugar de eso termino pensando en Evan.
Tal vez Marcus sabe dónde está él.
“Hey, Marcus,” digo, punteando su pie con el mío. Se separa de Katie y me mira con una mirada ida en su rostro. “¿Has visto a Evan hoy?”
“¿Quién?”
“Ya sabes, el chico con el que estabas hablando ayer en la mañana.”
“Oh, Evan”, dice. “No, no lo he visto hoy.”
Katie me lanza una mirada, imposible de leer, pero entonces Marcus se vuelve hacia ella y se besuquean hasta que Dave y un par de otros chicos proclaman su nombre desde la dirección del gimnasio.
“Deberíamos irnos,” dice Katie, y pienso, Gracias al cielo, y empiezo a meterme en el auto.
Ellos se dicen adiós después que nos metemos en el auto, con Katie inclinándose sobre mí para hablar con Marcus por mi ventanilla.
“Chau Marcus,” digo cuando finalmente terminaron, codeando a Katie para que deje de clavar sus codos en mis piernas. Marcus me mira, frunciendo un poco el ceño.
“Nos vemos, Lauren,” dice, pero tengo la sensación que hay algo más que quiere decir.
“Así que apesta, tu papá castigándote por el suéter,” dice Katie de camino a casa.
Me encojo de hombros. “Sabes como es él.”
Katie juguetea con su reproductor de CD. “Un poco curioso que la última vez que te castigó fue la vez que se suponía que tú y Dave iban a irse por el fin de semana.”
“Sip, bien…” Dios, eso. Nuestro fin de semana juntos era en realidad un fin de semana mío, de Dave, su familia, y oh siii, alrededor de otras cuatrocientas personas en una reunión familiar. Me había retractado en el último segundo, argumentando estar castigada, pero la verdad era que la idea de todo un fin de semana familiar me asustaba y deprimía, me hacía desear algo así en mi propia familia aún sabiendo que si lo había, nunca sería como la de Dave.
“Lauren,” dice. “Has estado realmente muy distraída, y justo ahora con Dave, parecías un poco molesta. ¿Están bien las cosas con ustedes chicos? Porque él te ama de verdad. Lo sabes, ¿no?”
“Sé que lo hace,” digo cansadamente, no queriendo escuchar más y con miedo de lo que ella diría si le cuento de la forma en que me sentía en realidad. “Mira, lamento lo de antes. Sé que querías que fuera a esa fiesta contigo y con Marcus.”
“No es eso, quiero decir, lo es, porque Clara va a estar allí y todo eso, pero—“
“Marcus ni siquiera la va a notar. Especialmente si usas esa camiseta azul.”
Katie sonríe ampliamente, y puedo decir que la he distraído. Bien. “Ésa es exactamente la que voy a usar. No puedo esperar a ver su cara cuando me recoja.”
“Wow. A tu mamá le debe gustar Marcus en verdad. Mi papá no me dejaría ir a ningún lugar con nadie en una camisa como esa.” Si resulta que se da cuenta que la estoy usando, eso es.
“Ella no sabe su nombre,” dice Katie. “La mitad del tiempo no creo que ni siquiera sepa el mío. Ella está—es como si se ha perdido ó algo así, y mi papá…él nunca está en casa, y no creo que ninguno de los dos sepa ni siquiera que estoy noviando. Pero eso no importa. Lo que importa es que las cosas no pueden ponerse peor. No hasta que Harold y Gerald sean más grandes.”
“Katie---“
“No lo hagas,” dice apretadamente. “Estoy acostumbrada a ello.”
“Eso no lo hace correcto,” digo, y Dios, ¿qué inútil que soy? Lo que le he dicho no la ayudará para nada y ambas lo sabemos. Aclaro mi garganta. “¿Hay algo que pueda hacer? ¿Necesitas alguna ayuda?”
“Estoy bien,” dice, y la manera en que lo dice me deja helada porque sé demasiado bien lo que puede significar. Lo que por lo general significa.
El resto del camino a mi casa lo hacemos en silencio, y cuando entro estoy rodeada de eso. Ignoro mi tarea—todavía estará allí mañana—pero sí practico con mi clarinete por un rato. Mientras lo estoy limpiando y chequeando mi lectura, escucho abrirse la puerta del garaje.
Voy y miro, esperando que no se haya roto nuevamente. Lo hizo hace tres meses, y por dos días, hasta que mi papá consiguió una persona que viniera a repararlo, se abría y cerraba sin parar.
Pero la puerta del garaje no está rota. Papá está en casa, y cuando me ve mirándolo con sorpresa sonríe ampliamente, sostiene una pizza en alto, y dice, “Queso extra y peperoni, ¿Correcto?”
Cenamos juntos por primera vez en no se cuanto tiempo. Hasta hablamos un poco. Me entero que el último proyecto de casa de papá ha tenido algunos problemas, algo con zonas ó desacuerdos. Le cuento acerca de mis clases, y hasta logro que se ría cuando le describo a Axel.
“Entonces, ¿qué más está pasando? pregunta, y en realidad empiezo a contarle acerca del solo, pero entonces su celular suena y él bien puede haberse ido. Limpio la cocina y pongo el resto de la pizza en la nevera. Él se pone de pie cuando prendo la lavadora de platos, dándome una sonrisa distraída mientras se dirige hacia su estudio hablando de esquemas y tamaños de baldosas.
Subo a mi habitación. Pienso en azotar la puerta, pero no tiene sentido. Busco el nombre de Evan en la guía telefónica y después en la web, pero ó su número telefónico no está listado ó el apellido de Mary ha cambiado porque no puedo encontrar nada. Me pregunto qué está haciendo él ahora. Si hay tal vez alguna posibilidad de que esté pensando en mí.
Escucho sonar el timbre de la puerta y revoleo los ojos, me levanto, y cierro la puerta de mi cuarto. Cuando un proyecto ocupa todo el tiempo de papá—lo cual hacen la mayoría de ellos—él por lo general trae a gente a casa en los fines de semana para hablar de esquemas y dejar cosas ó “discutir estrategia”. Comienzo a hacer la lista de la tienda de comestibles y trato de no pensar en el hecho que tengo diecisiete y estoy en casa en viernes a la noche. El hecho que sea por elección no lo hace nada mejor. Sólo me hace extraña. Extraña y mala novia y…
“¡Lee Lee!”
Ignoro a papá y escribo cuidadosamente “Café” en la lista de comestibles. Realmente desearía que dejara de llamarme así.
“¿Lee Lee?” Suena mucho más cerca ahora. Como si hasta estuviera en el piso superior ó algo así. Huh. Escribo “jugo de naranja” y luego lo tacho. Siempre lo compro y pienso que lo tomaré en las mañanas, pero nunca lo hago.
“¿Lee Lee?” Él en realidad está arriba, porque en verdad está llamando a mi puerta. Me levanto y la abro, preguntándome qué está pasando. Se ve molesto, con el teléfono todavía pegado a su oído. Tiene una mano sobre el altavoz.
“Alguien está aquí para verte,” dice, y entonces “Correcto, correcto,” en el teléfono.
“¿Aquí? ¿Para verme?” Evan es mi primer pensamiento y es alocado, lo sé. ¿Por qué vendría a verme? Pero aún así arremeto hacia mi cómoda para mirar en el espejo y chequear mi cabello.
“Abajo,” dice mi padre, con la mano sobre el receptor nuevamente y una desconcertada mirada en su rostro mientras me mira intentar hacer que mi cabello luzca decente. Dice, “Si, absolutamente,” en el teléfono, y luego pone una mano sobre éste nuevamente y dice, “Tu novio, ¿Danny?”
No Evan. Dejo de desordenar mi cabello. “Dave,” digo, y empujo pasando a mi padre, dirigiéndome escaleras abajo.
Es Dave. Está de pie en el frente del vestíbulo, viéndose un poco incómodo. “Creo que perturbé a tu padre,” me dice. “¿Está enfadado?”
Niego con la cabeza. Papa baja las escaleras deambulando nuevamente, todavía en el teléfono. Cuando me alcanza y a Dave dice, “espera un segundo,” y en verdad deja de hablar en el teléfono.
“Muy encantado de conocerte,” le dice a Dave, y ambos se dan la mano. Pienso en recordarle a papá que él ha conocido a Dave antes—dos veces- pero decido que no lo vale. Dave, perfectamente educado como siempre, le da la mano y dice, “A usted también, señor,” con una leve mirada desconcertada en su rostro.
Papá asiente y empieza a hablar en el teléfono nuevamente. Antes de cerrar la puerta de su estudio dice, “Pasen un lindo rato,” la última palabra se corta por el golpe de la puerta cerrándose.
“Perdón,” le digo a Dave. “Él está realmente distraído. Una gran cosa en el trabajo. Sabes cómo es.”
Dave asiente, y apuesto que piensa que lo sabe, pero no.
“La oradora en la iglesia no es capaz de venir porque perdió su vuelo,” dice, “Y pensé que me pasaría a sorprenderte. ¿Estás sorprendida?”
“Mucho,” digo, y le doy un beso rápido. “Ven arriba.”
Dave en verdad da un paso hacia atrás. “¿Arriba?”
“Sip, estoy haciendo una lista de comestibles,” le cuento, sonriendo ampliamente. “Tú puedes ayudar.”
“Yo—“ dice. “Tu papá---“
No se preocupará, quiero decir que Ni siquiera lo notará. “Dejaremos la puerta abierta y entonces no se preocupará y podrá hacer la cosa del chequeo.”
“Okay” dice Dave, y vamos a arriba.
Donde en realidad trabajamos en la lista de comestibles.
No es tan malo, en verdad. Él es bueno en pensar en cosas que pueden hacerse rápidamente—me dice acerca de este plato que involucra manteca de maní y espagueti, lo cual suena como una curiosa combinación pero menos mientras explica la receta.
“Sabes todo,” digo, escribiendo “Manteca de maní” y apresurándome un poco más cerca de él sobre la cama de manera que nuestros hombros se tocan.
Él se ríe y ni siquiera se aparta, en realidad se inclina hacia delante y me besa. Miro sus ojos cerrados por un momento antes de cerrar los míos. Nos besamos por unos minutos, y me está sosteniendo apretada, con una mano deslizándose debajo de mi camisa para acariciar mi espalda. Y entonces se aparta, su cara ruborizada y me da una mirada que conozco tan bien, una que dice que mientras que todavía quiere besarme, no lo va a hacer. Jugueteo con la lista de compras, escribiendo “pan” en ella con fuertes trazos. Debajo escribo “jalea” aun más fuerte, de manera que el lápiz perfora el papel.
“¿Lauren? ¿Estás bien?”
Miro por encima a Dave. Se ve tan dulce y preocupado, y ¿qué tan grandioso es que tenga un novio que me respete? ¿Qué no me presione? ¿Quién es feliz de sentarse y ayudarme a escribir una lista de compras? Caramba, ¿quién hace todo eso y hasta sabe recetas de cocina que una idiota como yo puede hacer?
No es grandioso en absoluto. Debería serlo, pero no lo es. Estoy cansada de la perfección. Bajo la lista.
“¿Por qué no quieres besarme?”
Dave me mira como si lo hubiera golpeado. “Lauren,” dice. “Por supuesto que quiero besarte. Quiero—me preocupo por ti. Pero tu papá, él está---“
“En la planta baja y completamente abstraído. Y aún si no lo estuviera, estábamos sólo besándonos, Dave.”
Dave cambia un poco de posición en la cama, mirándome, y me muevo hacia él. Él no se aparta, y de cerca es aún más hermoso, lo que no parece posible pero aun así de alguna manera es verdad, y nos besamos nuevamente. Esta vez no se aparta y hasta se mueve más cerca, con una mano curvándose alrededor de mi cintura.
Y es lindo, en verdad agradable. Me siento segura de esta manera, con la boca de Dave presionada contra la mía. Es conocido.
Es aburrido.
¿Acabo de pensar eso? Dave mueve la boca un poco, y yo realmente lo pensé. Todavía lo estoy pensando.
Soy un fenómeno. ¿Cómo me puedo aburrir besando a Dave? Justo ahora, estoy besándolo. No debería estar aburrida. Me pregunto cómo sería besar a Evan. Intento imaginarlo, Evan aquí, en mi cuarto, y de repente estoy mucho menos aburrida, la boca de Dave de repente es de alguna manera diferente, mejor. Más excitante.
Oh.
No debería estar pensando en Evan. No así y especialmente no ahora. Pero lo hago, y cuando finalmente Dave se aparta, viéndose un poco aturdido y diciendo que en verdad deberíamos parar, lo dejo ir. Lo acompaño a la planta baja, escuchándolo decirme que me ama, escuchándome decir que también lo amo. Lo saludo mientras entra en su coche, y no estoy pensando en él en absoluto. Estoy pensando en Evan.
Estoy atraída por Evan. El asunto es, no estoy segura de lo que hacer al respecto. Quiero decir, me han gustado chicos antes, tonelada de veces, pero no así, este casi enfermo revoloteo caliente en mi estómago, como un segundo corazón. No me siento aburrida. No me siento a salvo. Me apoyo contra la puerta y trato de pensar en Dave, pero mi cabeza está llena de Evan, en cómo habla, cómo se ve. En la preocupación de no verlo nuevamente. En la preocupación de sí verlo.
“¿Lauren?”
Abro mis ojos y papá está de pie en el vestíbulo mirándome. Se ve muy incómodo.
“Dave se acaba de ir,” le digo.
Si algo, decirle eso parece ponerlo más incómodo. Cambia su peso de un pie al otro, baja la vista al piso.
“¿Papá?” digo.
“¿Y, están siendo cuidadosos?” Su voz es muy baja, casi un susurro.
“¡Papá!”
“Lauren,” dice, y escucho un denso temor en su voz.
“No tienes nada de lo que preocuparte,” le digo, y le doy un beso de buenas noches. Voy arriba y me preparo para dormir. Después de apagar las luces, me recuesto allí pensando en lo que pasó esta noche, acerca de lo que dijo mi papá. Acerca de lo que quiso decir.
Acerca de lo que no dijo.
Esta es la charla de sexo que me dio mi papá:
Cuando tenía quince, bajé las escaleras para desayunar una mañana, y me había dejado una nota que decía “Cita con el doctor, 1 p.m. Te recogeré.” Me imaginé que era para el dentista, pero cuando vino a la escuela y me alcanzó, me llevó a un ginecólogo, y antes de darme cuenta mi padre estaba agitando la mano del doctor y diciendo, “Phil, ¿cómo te está resultando esa casa?” y yo me estaba apresurando dentro de la parte trasera para un examen en donde aprendí que estribos no era algo que tenía que ver sólo con montar caballos. También me fue dado un panfleto de sexo seguro y una receta para pastillas anticonceptivas.
“No entiendo,” le dije a papá después de eso, mientras estábamos conduciendo a casa desde la farmacia y yo miraba hacia abajo a una pequeña bolsa blanca que contenía un círculo rosado de plástico lleno de diminutas pastillas.
“Quiero que estés a salvo,” dijo. “Quiero que tengas oportunidades.”
Eso me calló, y creo que él sabía que lo haría.
No estaba planeando tomar las pastillas—ni siquiera había sido besada, y la posibilidad de un novio era, estaba segura, una imposibilidad—pero cuando bajé para agarrar el desayuno la mañana siguiente, él estaba realmente allí. Más que eso, hasta me había hecho el desayuno. Me senté, anonadada, y me pasó un plato de huevos y dijo, “¿te estás sintiendo bien?”
Lo miré y me di cuenta que no estaba enojado conmigo, no estaba intentando herirme. Él había querido decir lo que dijo, y no de una mala manera. Él sólo quiso decirlo. Él quería que estuviera a salvo. Que tuviera oportunidades. Que no terminara como él y mamá. Dije que estaba bien, y cuando subí para agarrar mi mochila, agarré una pastilla.
FIN DEL CAPITULO.
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